lunes, 14 de enero de 2019

Rozando el cielo


CAPÍTULO 67: MISIÓN: TIMEPIECE.


Pasaron los días, y los medios de comunicación, así como la presencia de fans molestas por lo ocurrido fueron disminuyendo, debido, en gran medida, a la idea que tuvo Eric con respecto a su relación con Ana, quien no parecía muy contenta después de lo ocurrido. Después de hacer oficial su relación con Eric Tveit, tuvo que realizar más de una entrevista inédita acompañada por él. Ana no se sentía muy cómoda con todo aquello, pero si con ello conseguía obtener algún beneficio, estaba dispuesta a intentarlo. Además, la idea de estar saliendo con Eric no le desagradaba del todo. En el fondo, Ana sentía algo por él, aunque todavía no sabía ponerle nombre.
Ana le contó lo sucedido con KiJin y Alex a Eric, pero le pidió que guardara el secreto, de lo contrario sus planes para resolver la verdad podrían verse interferidos por culpa de la puñetera prensa. Eric le prometió guardar el secreto a cambio de tener una cita cuando volviera de su viaje a Alemania. Ana aceptó. Aprovecharía su viaje a Alemania para buscar y hablar con el tío de Ana y comentarle lo ocurrido con la compañía y buscar una solución, pues Ana se encontraba contrarreloj. Ana, por su parte, aprovecharía cualquier momento para encontrar la verdad de lo ocurrido, haciendo uso de sus dotes de detective. A todas partes le acompañaba su fiel libreta con sus notas. Nunca sabías cuando la verdad se te mostraría. Debía estar preparada. Por lo pronto, revisando los documentos de su tío, había descubierto que Ahn PyeongDa ya había trabajado en otras empresas de entretenimiento y en ninguna había durado demasiado. También averiguó que Ahn PyeongDa no era de nacionalidad coreana, sino japonesa. No obstante, sus padres eran coreanos. Ana estaba dispuesta a ir a cada una de dichas empresas para averiguar el motivo de despido o de renuncia del mismo. ¿Por qué su tío contrataría a alguien así?
En cuanto a BMS, estos seguían sin haber hablado entre ellos. KiBum había decidido ir a hacer un viaje por su cuenta con el objetivo de aclarar su mente y sus ideas. Necesitaba estar un tiempo solo para poder encontrase a sí mismo. JoonChae, se había centrado en sus canciones como solista, pues estaba dispuesto a cumplir con lo propuesto por el CEO. Sí o sí, volverían a estar juntos, aunque tuvieran que esperar 2 años. No pensaba defraudar a sus compañeros. SaeByeong, por su parte, decidió centrase en los doramas, los cuales le robaban casi todo el tiempo del día. JongDong seguía sin entender bien la situación. Era el único, que desde un principio no sabía nada y no sabía cómo debía actuar a partir de ahora. Solo quería que todo volviera a ser como antes. Por último, KiJin decidió quedarse en casa de Alex hasta que gran parte de todo lo ocurrido se solucionase. Alex accedió a que se quedara, con la condición de que durmiera en el sofá y no saliera de la casa. No estaba dispuesta a levantar ni dar pie a ningún escándalo. Así mismo, también le pidió que cuando llegara HyunJo le pidiera permiso para poder quedarse. Si este no estaba de acuerdo, tendría que abandonar su estancia allí. Cada uno estaba siguiendo un camino diferente. Estaban distanciándose sin darse cuenta, cuando, en realidad, el deseo de todos era volver a estar juntos y volver a ser la familia que siempre fueron. En sus corazones, ya no les importaba volver a ser BMS o no. Únicamente, querían volver a estar unidos, porque si estaban unidos, no necesitaban de un escenario para brillar ni para ser BMS. Pero las dudas, el miedo y el orgullo no les dejaban seguir adelante y dar su brazo a torcer. Todos cometieron errores, todos dijeron cosas de las que se arrepentían, pero ninguno sabía cómo dar el primer paso. Y lo peor de todo, es que ninguno recordó que el 18 de julio era el cumpleaños de JongDong, incluido él mismo. Pero para eso aun quedaba algo de tiempo.
                              ·                ·                  ·                         ·
Desperté descansada. Al fin. Llevaba días sin poder dormir bien por las noches y mi cuerpo lo estaba notando. La idea de tener “secuestrado” a voluntad propia a Lee KiJin no me hacía especial ilusión, pero él me pidió poder quedarse hasta que el revuelvo de lo sucedido se calmara un poco. ¿Y cómo iba a decirle que no? Para poder convivir, hicimos una hoja de normas que colgamos en la nevera:
1.     KiJin no podrá salir de la casa, no queremos tener a la prensa cerca. Solo saldrá en caso de urgencia o de vital importancia.
2.     Las tareas de la casa se dividirán equitativamente, aunque principalmente KiJin cocinará y Alex fregará, por consiguiente, los platos.
3.     KiJin dormirá en el sofá del salón mientras su estancia dure.
4.     KiJin solo podrá usar el baño de invitados.
5.     KiJin tiene prohibido tocar las cosas de HyunJo.
6.     La convivencia será un secreto a excepción de Ana, quien ya lo sabe.
7.     Cuando llegue HyunJo, KiJin seguramente tendrá que abandonar la casa.
8.     En el momento en el que alguien externo se entere de lo sucedido, el “contrato” se rompe.
9.     KiJin pagará alquiler igual que cualquier persona normal.
Si discutíamos por alguna cosa, se añadía otro punto a la lista. Y gracias a esa pequeña lista, pudimos convivir de forma bastante pacífica, sin embargo, a mí me ponía nerviosa la simple idea de saber que estaba viviendo con la persona que más he ansiado conocer en mi vida. Realmente, la situación ante mis ojos, era surrealista. Pero, al fin, después de más de una semana viviendo con él, mi mente parecía hacerse una idea, aunque odiaba la idea de tener que mentirles a los demás, pero tampoco quería poner en ningún compromiso a KiJin.
Miré el móvil que estaba en mi mesita de noche. Eran las 11:00 de la mañana. Me levanté como alma que llevaba el demonio. Las 11:00. Había perdido toda la mañana, teniendo en cuenta que sobre las 12:30 solíamos comer. Fui al aseo de mi habitación, me lavé la cara y los dientes. Me cepillé el pelo y salí a fuera. Al menos, ese día, las ojeras no me llegaban a los pies. Miré a todos lados. No había nadie en la cocina ni en el salón. Me paré en seco.
·       No habrá sido capaz, ¿o sí?
Me volví a pasear por la cocina, por si acaso. Pero nada, ni siquiera había indicios de que estuviera preparando la comida, como solía hacer, alrededor de las 12:00. Volví al salón. En el sofá se encontraba su sábana plegada. ¿Habría salido de verdad? ¿Habría pasado algo grave? Me disponía a llamarlo, cuando se abrió la puerta que daba al baño.
·       ¡OMO! – grité.
·       Oh, mian. Me estaba duchando. – dijo señalando el baño.
No estaba ciega. Podía ver su pelo mojado resbalando por su cuello y clavículas. ¿No podría haber escogido una ropa que no fuera blanca y transparente con el agua? Le asentí, mientras me giraba dirección a mi habitación.
·       ¿Jal jassni?
·       Eung.
·       Normalmente no te levantas tan tarde. – decía al tiempo que se secaba el pelo con la toalla y se dirigía al sofá. - ¿Te acostate tarde anoche?
·       ¿Qué? Ah, sí, pensando en cómo explicarle todo esto a HyunJo. – asentió.
·       ¿Aun no sabes nada de él?
·       Me dijo que me avisaría cuando fuera a venir, pero aún no me dijo nada. – me senté en el sofá.
·       Aún es pronto, es día 2. Puede que esté esperando a que salga alguna oferta de vuelo.
·       Puede ser.
·       ¿Qué vas a querer hoy de comer?
·       Keursae… ¿teo…
·       Annya, comimos hace dos días.
·       Gunde, ¿wae?
·       Piensa en otra cosa.
·       Sushi.
·       Algo que pueda hacer.
·       Nada. – me golpeó la cabeza.
·       Aigoo, ¿debería dejar que te cocines tu comida?
·       ¿Debería decirle a la prensa dónde estás?
·       Arasseo, pero tu cortarás las verduras.
·       Me parece un buen trato. Geunde…
·       ¿Mwonde?
·       ¿Has intentado hablar con alguno de ellos?
·       Ajig annya
·       ¿Jeongmaliyo?
·       Eung.
·       Geunde…
·       Ara… gunyang… sigani do piryohae.
·       Arasseoyo. Cuanto antes habléis, menos complicado será resolverlo todo. Entiendo tu posición de que no quieras contar nada hasta saber algo con certeza, porque podrías poner a JoonChae en un compromiso, pero, ¿no crees que ellos comprenderán y aceptarán las consecuencias juntos? Como una familia.
·       Eung, maja, pero no es tan fácil. Quisiera esperar a que Ana me conteste las preguntas que le hice. Entonces, lo haré.
·       ¿Preguntas? ¿Qué preguntas?
·       Mmm, bimil.
·       ¿Oh? ¿Wae? – levantó sus hombros en forma de duda. – Arasseoyo. – Me levanté haciendo pucheros.
·       Yah, ¿odiga?
·       Bimil. – levanté mis hombros y me moví hacia mi objetivo.
·       Yaah, ¿odiga? – le escuchaba desde el salón. No contesté. – No me estás contestando.
Llegué a la cocina, y me puse el delantal para dejar preparadas las verduras y que KiJin pudiera cocinar más adelante. Por mi mente, pasaron muchas cosas, pero lo más importante en aquel momento era BMS y todo el conflicto que los envolvía. También me puse a pensar en cómo lo estarían pasando el resto de miembros. Un día que vino Ana, me comentó que KiBum había decidido irse de viaje para aclarar sus ideas y que estando, el percal como estaba por la compañía era lo mejor. He de reconocer, que, en ese momento, no entendí nada de lo que decía. Más tarde, cuando hablase con Gabriela y Carla, lo sabría. Todavía se me hacía extraño que se hubieran separado, a pesar de conocer la “razón”, sentía impotencia de no poder hacer ni decir nada. Además, en pocos días sería el cumpleaños de JongDong, ¿qué harían? ¿Lo dejarían pasar? De repente sentí un líquido resbalar por mis manos. Me miré.
·       ¡OMO!
·       ¿Museum iriya? – llegó KiJin corriendo.
·       Nada, que sin darme cuenta me he cortado un poco.
·       ¿Un poco? Si casi te rebanas el dedo. – dijo señalando la sangre.
·       No seas exagerado. Creo que pasas demasiado tiempo con Ana. – dije con todo de burla. – Con un poco de agua será suficiente. – puse el dedo bajo el grifo.
·       ¿Cómo has hecho para cortarte de esa forma y no darte cuenta?
·       Estaba distraída.
·       ¿Baboya? – solo lo miré ante aquel comentario. – Iré a por agua oxigenada y una tirita.
·       Deja el peróxido de hidrógeno en su sitio y trae solo la tirita.
·       Uno, el agua oxigenada es agua oxigenada. Dos, es lo mejor para cortar la sangre. Tres, ¿agiya? (¿eres un bebé?).
Fue y volvió del baño con el botiquín. KiJin cogió el dedo y con un poco de algodón adicionó agua oxigenada sobre la herida. Guiñé un ojo debido al escozor. Al ver mi gesto, KiJin sopló sobre ella y después, colocó una tirita con cuidado.
·       Junbiga (listo). – dijo.
·       Gomawoyo.
·       Deberías ser más cuidadosa.
·       ¿Eh? – señaló el esparadrapo que aun llevaba en el brazo izquierdo. – Ah, ¿igot? No es nada.
·       Ya lo llevabas cuando llegué, deberías mirarlo bien.
·       Tranquilo, solo fue un golpe contra la puerta.
·       Esto es similar. – se rio.
·       ¿Mwondeyo?
·       A la primera vez que dormí aquí. – me sonrió y noté calor en las mejillas. - ¿Gieokhae? Cuando estuviste enferma.
·       Arayo, arayo. – dije mientras lo empujaba hacia la cocina. – Hablando de recordar, ¿no crees que estás olvidando algo importante?
·       ¿Mwonde?
·       Algo que solo pasa en julio.
·       Mmmh, kursae, el verano comenzó el 21 de junio. – el corazón se me encogió.
·       Piensa un poco.
·       ¿Qué regresa HyunJo?
·       Ponte a trabajar que se te va a hacer tarde.
·       Yes sir, pero, ¿qué era?
·       Amugoto.
Dejé a KiJin solo en la cocina y me dirije a mi habitación. Ya me había cansado de no poder hacer nada, cuando sabía lo que estaba ocurriendo. Cogí mi teléfono y marqué el número de Carla deseando que contestara.
·       ¿Alex?
·       Hola, ¿estás con Gabri?
·       Sí, está aquí al lado. Espera que te pongo en altavoz. – selencio. – Ya. ¿Qué ocurre?
·       Que ya estoy harta de todo.
·       ¿A qué te refieres? – continuaba mi hermana.
·       A todo el tema de BMS. – silencio. – Chicas, nuestro objetivo ha cambiado.
·       ¿Qué objetivo?
·       Nuestro sueño ha cambiado. No quiero estar en un escenario donde no brille BMS. Así que nuestro principal objetivo ahora es juntar a BMS. No sé cómo lo haremos, pero lo haremos. ¿Estáis conmigo?
·       ¿Qué si estoy contigo? – se escuhaba a Gabri. – Dónde, qué y cómo lo hago. Dímelo ya.
·       Alex, ¿qué has pensado?
·       Nuestra misión será juntarlos para el cumpleaños de JongDong.
·       Podríamos mandarle invitaciones a cada uno de ellos. – sugirió Carla.
·       Sí, sin decir quién la envía. Me parece bien. – continuaba Gabri.
·       Lo que no sé es como lo haremos para que llegue a KiBum estando de viaje.  – dije. Acto seguido me llevé las manos a la boca.
·       ¿Cómo es que sabes que…?
·       Instagram. – corté a mi hermana rápidamente. – Volviendo al tema, organizarle una fiesta sorpresa a JongDong.
·       Nosotras podemos hacernos cargo.
·       Vale Gabri, pues me vais informando. Vosotras les mandais las invitaciones, y al que no encontremos, pues un mensaje, aunque sea.
·       Aunque si les mandamos un mensaje, ya sabrán que es obra nuestra. – contestó Carla.
·       Tienes razón, ¿y qué hacemos? – me inquieté ante la pregunta de Gabriela.
·       No preocuparse, ya se me ocurrirá algo. Sé que estáis muy ocupadas. Preparad las invitaciones y cuando se me ocurra algo, os mandaré un mensaje.
·       Está bien, Alex. Gabri y yo te informaremos si ocurre algo.
·       Espero que si les llegan las invitaciones acudan. Aunque siendo 18 no sé yo si cierta persona…
·       ¿A qué te refieres Gabri?
·       Nada nada, paranoias mías. Vamos hablando.
Después de eso colgamos. Podía llegarme el olor de la comida. KiJin debería estar apunto de acabar. Al final, íbamos a comer antes de lo previsto. Tenía que pensar en cómo hacer que llegaran las invitaciones a todos, pero sin delatar que eran nuestras. Yo le dejaría a KiJin la suya en un lugar donde pudiera verla, pero, ¿cómo hacer que esa invitación llegara hasta mí sin levantar sospechas? Miré a mi alrededor y sin darme cuenta ahí tenía la respuesta. Sabría perfectamente lo que haría. Les mandé un mensaje a Carla y Gabri de lo que debían hacer. En acabar de comer iría a ver a esa persona.
·       ¡Yah! – noté un golpe en la cabeza. Me giré.
·       ¿Wae?
·       Llevo llamándote un buen rato y no contestabas.
·       Oh, ¿geuraeyo? – asintió. – Mianhaeyo.
·       La comida ya está preparada.
·       Gomawoyo.
·       Kaja. – me empujaba por los hombros.
Terminé lo más rápido posible de comer. Le dije a KiJin que debía ir a comprarme algunas partituras y algunos materiales de pintura que me hacía falta y volvería enseguida. Marqué el número de teléfono que tiempo atrás tanto había marcado. Esperé hasta que obtuve una respuesta.
·       Oh, cuánto hacía que no llamabas.
·       Necesito verte.
·       ¿Wo?
·       Es muy urgente.
·       ¿Museum iriya?
·       Es algo que quiero decirte en persona.
·       ¿Wae?
·       Es algo que no puedo decirte por teléfono. La forma correcta de hacerlo es en persona.
·       Arasseo.
·       ¿Dónde puedo verte sin provocar un escándalo?
·       Mmmh, ¿por qué no voy yo a tu casa?
·       ¡Andwae! – grité sin darme cuenta. – Es que está muy desordenada, prefiero verte en otra parte.
·       Mmm no se me ocurre ningún sitio específico.
·       ¿Qué te parece la azotea de la compañía?
·       Oh, no lo había pensado, ¿pero puedes subir hasta allí?
·       Aun tengo el pase que me dieron SooRi y NeRa.
·       Arasseo.
·       Nos vemos allí en unos 40 - 50 minutos. No faltes.
·       Arasseo, me estás preocupando.
·       Ahora mismo, eres el único en el que puedo confiar.
Tras decir eso, colgué y puse rumbo a la compañía MS. Mientras tanto, un confundido Kim KiMin seguía al otro lado de la línea. Le preocupaba lo que Alex pudiera decirle. Por su cabeza pasaron muchos pensamientos. Se estaba poniendo nervioso. Seguía mirando el teléfono cuando reconoció unos pasos que se acercaban.
·       ¡Ricitos! – se acercó corriendo a ella.
·       ¿Qué pasa Dulci? – dijo sin levantar la vista de sus documentos.
·       ¿Qué lees? – puso su mano en su hombro.
·       Un manual de cómo acabar con la vida de tus enemigos sin dejar rastro, ¿por? – retiró lentamente la mano de su hombro.
·       Gunyang…
·       ¿Qué es? Suéltalo.
·       Guge…
·       Dulcinea, no tengo todo el día.
·       SangRa me ha dicho que quiere hablar conmigo.
·       ¿Y el problema dónde está?
·       No sé, sonaba muy seria por teléfono. Ha dicho cosas tipo: necesito verte, solo puedo confiar en ti, es algo que solo se puede decir en persona…
·       A lo mejor es algo importante.
·       ¿Seolma?
·       ¿En qué está pensando tu diminuto cerebro?
·       No será que quiere…
·       ¿Confesar sus sentimientos?
·       Maja. Lo sabía. ¿Ottokhae? – Ana lo miraba curiosa.
·       ¿No es lo qué has querido desde hace mucho tiempo?
·       ¿Lo quiero? Ah molla molla…- se restregaba las manos por la cabeza.
·       ¿Seguro que no lo sabes?
·       Sashil… no quisiera… creo que solo veo una amistad. ¿Ottokhae? – se revoloteaba el pelo.
·       Tranquílizate, no se te va a declarar.
·       ¿Ottokhae aro?
·       Porque es una persona inteligente.
·       Aaah. – silencio. - ¡Yah!
·       Pero a mí también me intriga que quiera verte…
·       Ya sé, ¿y si vienes conmigo a verla?
·       Claro, ¿y si se te confiesa de verdad qué hago?
·       Pero, ¿no habías dicho que eso no iba a pasar nunca?
·       Afronta la realidad de cara, hombre.
·       Jebal, ¿eung? Jebal, jebal. – empezó a hacerle pucheros.
·       Si digo que sí, ¿dejarás de cegarme con tu presencia?
·       Sí.
·       Trato hecho. ¿Cúando vas a ir a verla?
·       En unos 40 minutos.
·       ¿Qué? Pero, si eso es ya. ¿Dónde?
·       En la azotea.
·       Ah, aquí… ¿en la azotea? – dijo dubitativa.
·       Sí, ¿wae?
·       A ver si de verdad se va a declarar y nos tenía a todos engañados…
·       … - se tensó.
·       Relájate, hombre. – le dio una palmadita en la espalda. – Nos vemos en 40 minutos allí.
·       ¿Cómo allí? ¿Te vas?
·       Ami…, compañero, hay personas que tenemos cosas que hacer. – le mostró el fajo de hojas.
·       Tengo 2 horas libres.
·       Me alegro por ti.
·       ¿Y qué haces?
·       Te las estás jugando a pulso, Pesadilla.
·       Venga, va, juega un poco conmigo.
·       Uno, dos, tres…
·       ¿Bouya?
·       ¿No puedes verlo? Estamos jugando al escondite. Yo cuento y tú desapareces de mi vista, easy.
·       Ricitos, tus técnicas cada día me sorprenden más. Eres un metro veinte de pura maldad.
·       Mejor eso que dos metros huecos.
Y así continuaron hasta que, sin darse cuenta, pasaron los 40 minutos y pusieron dirección a la azotea. Como era de esperar, llegaron antes que Alex.
·       ¿Seguro que has quedado con ella aquí?
·       Sí.
·       Pues no puedo verla.
·       A lo mejor se le ha hecho tarde.
·       Espero que sea eso. No me gustaría que la gente nos viera aquí arriba y sacara conclusiones que no son ciertas.
·       ¿Qué conclusiones? No te pongas paranoica.
·       De paranoica nada. No quiero más entrevistas con la prensa. – KiMin la miraba con ojos de duda. – Como parece que no te enteras de nada, lo explicaré para personas con coeficiente intelectual con menos de dos cifras. – KiMin puso los ojos en blanco. – Como sabes, bueno, como sabe medio país, se hizo oficial mi “relación” con Eric Tveit, y lo último que quiero es leer titulares que digan: Ana blablabla, en ausencia de Eric ha sido vista blablabla. Porque en este país he comprobado que dos personas no pueden ser solo amigas y que un alto % de la población no está muy cuerda.
·       ¿Relación? – parecía sorprendido. - ¿Con Eric?
·       Dulci, ¿alguna vez te enteras de algo?
·       No presto mucha atención a la prensa…
·       Pues ya lo sabes.
·       Pero, ¿en serio? ¿Con Eric? Creía que no te iban las “relaciones” y menos las concentardas por las familias.
·       Y sigo sin estar de acuerdo, pero eso no quita que dos personas no puedan llegar a tener una relación mediante ese medio de encuentro.
·       Así que vas en serio con él.
·       ¿De verdad te crees que si no lo fuera lo hubiera hecho público? – Ana estaba deseando dejar de hablar del tema.
·       Pero, entonces …
·       ¿Ana? ¿KiMin? – apareció una voz desde la puerta de la azotea.
·       ¡Ey! ¡Darling! – Alex se acercó a abrazarlos. – Cuánto tiempo, ¿va todo bien? – dijo sobre exagerando. KiMin la miró extrañado.
·       ¿Y eso que tú también estás aquí?
·       Si molesto me voy. – dijo señalando la puerta. – No me importa, eh. – Kimin la cogió por el codo.
·       No, tranquila, puedes estar presente.
·       SangRa, ¿mwonde? – KiMin parecía inquietarse.
·       Como ya sabes, BMS se ha separado y no ha terminado en buenos términos, aunque para el resto de personas sí. – asintió. – Te necesito para llevar a cabo una misión.
·       ¿Qué clase de misión?
·       Necesito que les hagas llegar los sobres que te den SooRi y NeRa.
·       ¿Sobres?
·       Vamos a organizar una fiesta de cumpleaños para JongDong, donde tenemos intención de juntarlos, pero sin que lo sepan. Queremos darles una oportunidad para que puedan hablar.
·       Aaah, neomu joah. A mí tampoco me gusta lo que está pasando. Arasseo, puedes contar conmigo. Supongo que SooRi y NeRa te lo habrán contado todo. Mianhae, sé lo importantes que son para ti.
·       Eung.
·       Me había preocupado por nada. – sonrió.
·       ¿Museum…?
·       Annya. Gureom, ¿yo les entrego los sobres a JoonChae, JongDong y SaeByeong? KiJin-hyun no sé dónde se encuentra actualmente.
·       Yo me encargaré de él. – intervino Ana, mientras le guiñaba el ojo a Alex.
·       ¿Neon aro?
·       Sería un desperdicio como CEO si no pudiera localizar a mis empleados.
·       Entonces, ¿lo haréis?
·       Sí. – dijeron ambos.
·       Les he dejado las instucciones a SooRi y NeRa, ellas os informarán.
Después de hablar con ellos, Alex, volvió corriendo a casa, sin olvidar de pasar a comprar las cosas que le había comentado a KiJin para no levantar sospechas. Estaba determinada a hacer que todo aquello saliera bien. Al mismo tiempo, estaba preocupada de que HyunJo todavía no le hubiera dicho nada. En cualquier momento le explotaría todo en la cara y todavía no estaba preparada.
Los días pasaban, y Alex junto con Gabriela y Carla, fueron preparando meticulasamente el que sería el 22 (23 en Corea) cumpleaños de JongDong. Gracias a KiMin los sobres pudieron llegar a sus respectivos dueños. Solo faltaba esperar que los abrieran y leyeran. Sin embargo, KiBum no iba a regresar para la fecha prevista, así que no fueron capaces de hacerle llegar el sobre; sin embargo, Carla, cansada de la arrogancia de KiBum, el mismo 18 de julio, le escribió un mensaje que hizo que su corazón se agitara.
“Entiendo que necesites ahora tu espacio y tu tiempo. No te lo discuto. Pero no me creo que tu estúpido orgullo, ego y arrogancia, hayan hecho que te olvides de las personas que te quieren de verdad y te esperaban hoy aquí. Por si no entiendes lo que digo, mira el maldito calendario y pregúntate a ti mismo, ¿qué he olvidado? ¿Qué es tan importante hoy?” 
Pero para eso aun quedaban algunos días. Alex todavía no le había dado su sobre a KiJin, no sabía cómo hacérselo llegar sin ser muy notorio, así que el día 17, salió de casa con la excusa para comprar un regalo, con el objetivo de hacerle recordar lo que estaba olvidando.
·       KiJin, voy a salir.
·       ¿Otra vez?
·       Eung, tengo que comprar un regalo para un amigo.
·       Aaah, arasseo.
·       ¿Necesitas algo?
·       Mmmh, annyo. No tardes mucho.
·       ¿Wae?
·       Me aburro si estoy solo.
·       ¿Por qué no aprovechas para llamar a tus miembros?
·       Hoy espero la llamada de Ana, y en función de lo que me diga, actuaré.
·       ¿Jinjjayo? – parecía muy animada.
·       Dee, ¿sigues sin tener noticias de HyunJo?
·       Dee, pero no te preocupes. Me dijo que me avisaría.
·       Arasseo.
·       Gureom, halkkeyo. – la despidió agitando su mano.
                       ·              ·           ·            ·                  ·
Esperé hasta que Alex se marchó para levantarme del sofá. Me esperaba otra tarde de soledad. Siempre que decía que salía para comprar cualquier cosa, tardaba mucho tiempo y terminaba pasando el día solo. No podía culparla. Suficiente estaba haciendo, quedándose conmigo cada día y no cuestionar mis decisiones. Fui a la cocina y cogí el último batido de vainilla de la nevera. Debería decirle que compre cuando venga para casa, pensé. Cogí el teléfono.
“Me bebí el último batido de vainilla, mianhae. ¿Podrías traer más al volver? :3”
Escuché un sonido proveniente del salón y me sobresalté. Levanté uno de los cojines del sofá y ahí estaba. El teléfono de Alex tirado. Lo cogí para ponerlo encima de la mesa del salón. La curiosidad pudo de nuevo conmigo, como tiempo atrás y pulsé el botón lateral para ver su fondo de pantalla. No era lo que me esperaba. Tampoco sabía encontrarle el significado a lo que veía. Parecía un cielo nocturno en el que solo se podía ver la luna y 8 estrellas alrededor. En ese momento no entendí el porqué de dicho fondo, tiempo después la misma Alex me lo explicaría. Pensé que se trataría de uno de sus dibujos.
Me senté en el sillín del piano. Levanté su tapa. Algunos papeles cayeron. Al recogerlos me percaté que se trataba de la composición que nos hizo escuchar en el cumpleaños de SooRi. No obstante, también había hojas nuevas. ¿Estaría trabajando en una nueva canción? Toqué las primeras notas escritas. Mis ojos se abrieron. Coloqué el pentagrama de forma que pudiera leerlo y continué tocando la canción. Me gustaba mucho. Anoté con el lápiz que había encima del piano, ciertos retoques que consideraba podían mejorar aquella delicada canción. No podía parar, las notas me venían solas a la cabeza y las anoté a continuación de lo que ella ya había escrito. Le puse una nota que decía: son solo sugerencias. Me percaté también, que las notas las tenía adaptadas para guitarra y una nota que decía: “Escoge la que mejor encaje con tu voz”. ¿Voz? ¿Pensaba ponerle letra? Fue entonces cuando me dí cuenta que en los márgenes de las hojas había algunas líneas escritas. Leí las líneas que habían escrita en la hoja que tenía en la mano, la última. Además, el mismo dibujo que aparecía como su fondo de pantalla, estaba pintado en aquella hoja.
You are my everything
I can do all for you
Baby you are my everything
I can do all for you
I love you K…”
Dejé el lápiz. Aquello parecía algo personal. No debes leerlo KiJin, me dije. Pero la “K” que se encontraba al final de aquella letra llamó mi atención. ¿KiMin? ¿KiBum? ¿K-K? ¿KiJin? ¿Naega? ¿Sería yo? Annyo, me decía. O, ¿tal vez sí? La curiosidad empezó a comerme por dentro. Necesitaba saber que decía el resto de la canción, solo así sabría de quién estaba hablando. Comencé a leerlo algo nervioso: “Tú, que estás en mi mente, estás cantando con las estrellas…” No pude seguir leyendo. Mi teléfono empezó a sonar y me sobresalté.
·       ¿Yoboseyo?
·       ¿KiJin-sshi? Soy Ana.
·       Oh, annyeonghaseyo.
·       Dee.
·       ¿Tiene lo que le pedí?
·       KiJin-sshi, puedes hablarme con normalidad.
·       Oh, mianhaeyo. ¿Ha podido conseguirme lo que le pedí?
·       Sí y creo que detrás de todo esto hay algo más grande.
·       ¿A qué te refieres?
·       He estado investigando al CEO como me pediste. Me he reunido con todos los CEOs actuales de las empresas que teóricamente el dejó.
·       ¿Y bien?
·       En ninguna consta información sobre él.
·       ¿Y los documentos que me enseñaste?
·       Ahí voy. Resulta que este hombre sí ha estado en estas empresas, pero bajo otro nombre.
·       Entonces…
·       Mi tío ya se encontraba investigando a este hombre. Él ya había descubierto que era el mismo que el del resto de compañías.
·       ¿Seolma?
·       Y me jugaría mi vida a que el contrato que me enseñó firmado por mi tío es falso.
·       Pero un fraude tan grande… No puede trabajar solo.
·       Eso es lo que estoy investigando ahora. ¿Quién? ¿Cómo? Y ¿por qué? Pero sobre todo me interea quién y por qué os está haciendo esto. Aunque no te lo haya comentado, he puesto a Eric a trabajar en el caso.
·       ¿Eric? Ah, ¿Eric Tveit? ¿Tu prometido?
·       Pareja formal, dejémoslo ahí. Sí, espero que no te moleste. Ahora mismo se encuentra todavía en Alemania, investigando junto con mi tío. En unos pocos días volverá. Me dijo que prefería tratar este tema en persona.
·       Algesso. Cualquier cosa, por favor, avísame.
·       Sí, no te preocupes. Pero…
·       ¿Tienes alguna sospecha?
·       Más que sospechas, tengo a alguien en mente y me gustaría pensar que me equivoco.
·       ¿Nugu?
·       No quiero lanzar nombres sin estar al 100% segura.
·       Entiendo.
·       No quiero influenciar tu juicio. Pero como lo que esté pensando sea cierto, van a rodar cabezas. No pienso dejar que dejen a mi familia por los suelos y todo su trabajo se vaya al carajo.
·       Sí, comprendo.
·       Lo que sí te puedo afirmar, es que el CEO no trabaja solo y que quién está detrás de él, os tiene en su punto de mira.
·       Gomawoyo, Ana.
·       KiJin-sshi.
·       ¿Dee?
·       No te preocupes, todo se solucionará.
·       Gamsahamida CEO-nim.
·       Técnicamente ya no soy tu jefa.
·       Para mí eres la única jefa.
·       Que me sacas los colores. Bueno, volveré a llamarte si me entero de algo más.
·       Dee.
Colgué. Así que era cierto. Alguien estaba intentado distanciarnos. Mis sospechas se habían cumplido. Tenía que pensar qué haría a continuación. ¿Qué haría? ¿Qué haría? ¿Qué haría? ¿Debía contarle a Alex lo averiguado? ¿O no? ¿Debería contactar primero a JoonChaea-ah? ¿O todos a la vez? ¿Aceptarán? No sabía bien qué haría. Volvió a sonar el teléfono, pero esta vez no era el mío, sino el de Alex. Su batería estaba apunto de agotarse. Recordé aquel día:
·       “¡Ah!
·       ¿Wo?
·       Voy a quedarme sin batería.
·       ¿Y?
·       No puede apagarse.
·       ¿Wae?
·       No me sé el pin y perdí la tarjeta donde estaba apuntado.
·       Eres un desastre.
·       Arasseoyo.”.
Me reí al recordarlo. Baboya, pensé. Cogí su móvil. Miré a los alrededores en busca de su cargador, el cual era distinto al mío, pero no conseguí encontrarlo. En verdad, supuse que lo tendría en su habitación. ¿Qué haría? ¿Entraría o no?
·       Yah, KiJin, en las normas no pone que no puedas entrar en su habitación. Geure, esto lo haces por ella.
Entré cuidadosamente a la habitación. Se encontraba tal cual la imaginaba, desordenada. Me reí ante mis pensamientos. Mi misión consistía en encontrar entre aquella selva un minúsculo cargador de móvil.
·       Yah, Alex, deberías ser más ordenada. Cuando tengamos. ¿Qué vas a decir KiJin? ¿Eh? Relájate, hombre.
Visualicé mi objetivo encima de la cama. Solo tenía que atravesar un campo de minas y el cargador sería mío. Como es propio de mí, me tropecé con la silla del escritorio, provocando que las cosas que había encima se me cayeran encima de la cabeza.
·       Juro que cuando Alex vuelva le pienso exigir como norma que la habitación debe permanecer recogida. ¿Tan difícil es guardar la ropa en el armario? ¿Eh?
Me puse a recoger las prendas de ropa que había tirado cuando mis ojos se posaron sobre un cuaderno que me resultaba familiar. Era el cuaderno que siempre llevaba con ella. El cuaderno que siempre ocultaba cuando alguien se acercaba. El cuaderno en el que siempre dibujaba. El cuaderno en el que siempre se perdía. Lo cogí y me senté en la cama. Acaricié la portada: “Nae gieog gigye (mi máquina de recuerdos)”. Pasé la primera página y fui directo a la 6 página. No esperaba encontrar lo que vi allí. El 90% de las páginas utilizadas eran recuerdos en los que aparecía.
Nosotros en la fiesta de disfraces. Los girasoles. La rosa con los sentimientos encerrados. Las notas y el cielo. Cuando descubrió quién era realmente. La noche de navidad tocando el piano. Los regalos de navidad. Cuando ocurrió lo de HyunJo. Cuando dormí por primera vez aquí. Cuando cuidé de ella cuando tenía fiebre. Los momentos que compartimos, por pocos que fueran en la casa rural. Cuando me bebí aquel batido. Cuando vino a vernos a la compañía. Cuando tocamos juntos el piano en la compañía. Cuando discutí con ella. Cuando nos tocó el piano en el cumpleaños de SooRi. Cuando cociné para ella por primera vez. Cuando salí de la ducha y se avergonzó. Cuando le curé el dedo…
Existían muchísimos más. Sin darme cuenta, conforme pasaba las páginas, esos mismos recuerdos venían a mi cabeza, algunos de los cuales ni siquiera recordaba que habían pasado. Algunas lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas. Pero mi corazón no lo pudo soportar cuando vio ciertas imágenes. Cuando la besé bajo la lluvia, “¿Wae nae simjaneun neomu ppalli ttwineungeoya? (¿Por qué mi corazón late tan deprisa?)”. Cuando me conoció por primera vez, “Naega, neorul ¿wae andago saenggaghani? (¿Por qué creo que te conozco?) Ne nunnpit…arayo”. Cuando llegué aquí en busca de ayuda, “¿wae appa? ¿Wae? ¿Por qué duele verlo sufrir?” Cuando la herí… El dibujo, era simplemente ella sentada con la cabeza metida entre sus rodillas, “¿por qué sus palabras me hacen tanto daño?”.  Estaba por cerrar el cuaderno, cuando vi las últimas dos imágenes. En una de ellas, estábamos los 5 juntos de nuevo, “hal su isseo”. Mis lágrimas continuaron. Me llevé mi mano a la boca para evitar hacer ruido. En la última de todas las páginas, había dos dibujos de mí. En uno de ellos estaba durmiendo y en el otro sonreía. “He is smiling again~ I wish they were together again, but I like how I live now and I hate mysefl for it. No debo ser egoísta.”
Dejé el cuaderno donde estaba y salí de la habitación todavía llorando. A mi cabeza vino el momento en el que decidí darle aquella estúpida carta de renuncia al CEO. Aquella infernal y solitaria noche en la que la desesperación se apoderó de mí. Recordé entonces, porqué aquel día, fui allí y no a otra parte. Solo ella podía darme la tranquilidad que necesitaba. Ella había llegado a conocerme más que yo a mí mismo. Comencé a correr hacia el salón. Limpié mis lágrimas con brusquedad. Abrí la tapadera del piano. Cogí una de las hojas que estaban sin usar. “Timepiece by Lee KiJin”, escribí y dejé que todos los sentimientos que llevaba guardándome desde hace mucho tiempo salieran. Comencé a analizar todos los momentos que habíamos compartido. Todas las emociones acumuladas durante estos largos meses y sobre todo en estas semanas. Pude imaginarme una vida junto a ella, en la que yo era feliz.
Me quedé durmiendo sobre el piano. Cuando abrí los ojos eran las 19:30. La casa todavía estaba vacía. Estaba deseando que Alex llegara para poder enseñarle lo que acababa de hacer. Noté calor en mis mejillas y orejas. Me revoloteé el pelo. De repente, el sonido de la cerradura sonó. Me precipité hasta la entrada tan rápido que casi caigo, pero logré mantener el equilibrio. La puerta se estaba abriendo.
·       Alex, ¿wasseo? – dije. – Se te ha hecho tarde, ¿eh? Tengo algo que quiero enseñarte.
·       ¿Hyung?
·       ¿HyunJo?
·       ¿Wae yeogi isseoyo?

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