domingo, 30 de diciembre de 2018

Rozando el cielo


CAPÍTULO 66: ERIC Y ANA

Sonó la alarma. No quería levantarse, era demasiado pronto para sacar su cuerpo de debajo de las mantas. Sí, a pesar de ser verano, en su casa era invierno, pues ponía el aire acondicionado durante todo el día manteniendo la casa con una temperatura constante de 19ºC. Su única motivación, era saber que en la cocina la esperaba su amado café. Se preparó una buena taza. Miró el reloj de la cocina. Las 06:45.
·        Debería ser ilegal desayunar antes de las 08:00. Malditos horarios y responsabilidades. Cuando me convierta en la CEO por completo se van a enterar…
Mientras desayunaba una porción de tarta de zanahoria con su café, un mensaje llegó a su correo.
·        No me creo que no me den ni un respiro antes de las 07:00.
Ignoró el mensaje. No iba a amargarse el desayuno. Cuando estuviera preparada y ya en el coche, lo miraría. Tras terminar su desayuno, pasó a arreglarse vistiendo su fiel traje de chaqueta negro. Metió todas sus cosas necesarias en su maletín y se acicaló. Estrenó un nuevo pintalabios rojo y puso algo de colorete en sus mejillas. Especialmente, ese día no tenía buena cara. Cuando bajó al garaje, el chofer ya la estaba esperando. Ana lo saludó con la mano y le bajó el café de cada mañana.
·        Ana-sshi, le he dejado el periódico en el asiento de atrás.
·        Perfecto. Gracias, Rogger.
Ana entró al coche en el cual ya estaba puesto el aire. Cogió el periódico que le había indicado Rogger. Comenzó a leer los titulares. El que se encontraba en la primera página llamó su atención.
·        ¿Cómo que MS confirma que…? – volvió a leer. - ¡Rogger! – bajó la ventanilla que la separaba del conductor.
·        ¿Ana-sshi?
·        ¿Aquí pone confirmar? – le señaló el titular.
·        Sí, Ana-sshi.
·        No me lo puedo creer. ¿Me están tomando el pelo? O mejor aún, ¿no me están teniendo en cuenta?
·        ¿Ha ocurrido algo?
·        Cambio de planes, dirección MS. Objetivo: Ahn PyeongDa.
·        ¿Y qué pasa con la reunión que tenía hoy?
·        Pues que no voy a ir. Voy a avisar al secretario. – Rogger la miró. -  Ya puede arrancar, Rogger. Ese hombre va a escucharme lo quiera o no.
·        Sí.
Ana subió, de nuevo, la ventanilla y cogió su móvil. Vio que el mensaje que había recibido era el titular de la noticia. El mensaje recibido era de Eric. Todavía incrédula, marcó un número de teléfono.
·        Cancela todo lo que haya hoy en mi agenda, salvo la comida con Eric Tveit. Me da igual, busca una excusa. – colgó.
Dejó caer el teléfono y se tocó las sienes. Se repetía a sí misma que se tranquilizara y analizara la situación con calma. Leyó la noticia por completo durante el trayecto. Cuanto más leía, más surrealista le parecía todo. Abrió su portátil y comenzó a leer toda la información que tenía guardada de ellos durante los 7 años que habían estado activos en la compañía. Demasiadas incógnitas existían en aquella noticia.
Nada más llegar, bajó corriendo del coche y puso rumbo hacia el despacho del CEO. Cuando dislumbró la puerta, aumentó la velocidad de su paso e irrumpió en mitad de su despacho.
·        ¿Ana-sshi? ¿Wae yogi issni?
·        ¿Qué por qué dice? – le lanzó el periódico. – Por esto.
·        Te lo íbamos a comentar.
·        Será una broma, ¿no? ¿Cuándo? ¿Cuándo la decisión ya se hubiera tomado? ¿Usted cree que soy imbécil?
·        Mianhaeyo, Ana-sshi.
·        Que yo sepa, usted no es el CEO de esta compañía, solo es un sustituto, que yo reemplazaré, y que debe comentarme cada decisión que haga.
·        No se equivoque Ana-sshi. – sacó una hoja de su escritorio y se la tendió.
·        ¿Qué es esto?
·        Léalo. – la expresión de Ana cambió.
·        No lo entiendo, ¿por qué está aquí la firma de mi tío y su mujer?
·        Así es.
·        No tiene ningún sentido que usted tenga un 75% de las acciones y yo solo un 25%.
·        Ya le dije que se equivocaba. Me encuentro por encima de usted.
·        En edad y experiencia, porque en tomar decisiones patina usted mejor que el campeón del país.
·        He hecho lo mejor que he considerado para la compañía.
·        Aja, ¿disolviendo al grupo que más ingresos proporciona? Sí, está hecho un as usted.
·        JoonChae-sshi puede proporcionar mucho más que ellos y producir menos gastos y menos sueldos. Además, últimamente, la fama y popularidad de BMS estaba cayendo, era hora de dar nuevas… ¿cómo decirlo? ¿perspectivas?
·        ¿Habrá tenido, al menos, en cuenta la opinión del grupo?
·        Las situaciones difíciles, requieren soluciones difíciles. – Ana no daba crédito.
·        ¿Usted cuando nació? ¿Ayer?
·        Cuidado con su lenguaje señorita. Recuerda que ahora yo me encuentro por arriba de usted, no quisiéramos hacer más cambios, ¿verdad? Tengo entendido que es muy cercana al nuevo grupo de la compañía.
·        ¿Me está amenazando?
·        Advirtiendo, tan solo.
·        Que sepa que esto no va a quedar así. – abrió la puerta.
·        ¿Ya se va?
·        Sí.
·        Adiós, y dele las gracias a SooRi-ah. De no ser por ella no hubiéramos conocido el potencial de JoonChae como solista.
·        Se equivoca ahora usted. No es un “adiós”. Cuando vuelva, será para sentar mi culo en esa silla y echar el suyo de ella.  – y tras decir eso cerró la puerta de portazo.
Ana comenzó a lanzar puñetazos al aire. Volvió a leer el contrato que le había dado el CEO. No entendía nada. ¿Cómo iba su tío después de 11 años a tirarlo todo a la basura por un completo desconocido? A Ana a todo aquello no le olía bien y no estaba dispuesta a dejar que pasaran por encima de ella, no era así como la había preparado su tío.
·        Esta gente no me conoce.
·        ¿Ricitos?
·        ¿Dulcinea? – se giró en su dirección.
·        ¿Con quién hablabas?
·        Con mi próxima víctima.
·        Aaah. Por cierto, he visto las noticias, ¿es enserio?
·        No me lo recuerdes.
·        Entonces es verdad. – silencio. – Pero no lo entiendo, es el grupo más querido de nuestra compañía.
·        Pues si tú no lo entiendes, imagínate yo que también me acabo de enterar.
·        ¿Qué? ¿Cómo es posible?
·        Pregúntale al nuevo CEO.
·        Pero…
·        Pienso destruirlo y aplastarlo hasta que sienta lástima de él.
·        ¡Fighting! – le hizo la seña con las manos.
·        Por cierto, ¿cómo va la rehabilitación de tu brazo? Ya han pasado 2 meses desde que te quitaron la escayola.
·        Mucho mejor. Ya puedo hacer muchas de las cosas que antes hacía, aunque el médico me recomendó que me lo tomara con calma.
·        ¿Seguro que va bien?
·        ¿Wae?
·        Viendo tus horarios vi que tienes muchas revisiones en el hospital.
·        No te preocupes por mí, todo está bien.
·        Si no estoy preocupada por ti, era por el dinero que le está costando a la compañía. Te recuerdo que la sanidad no es gratuita.
·        Y ya volvió a ser el mismo demonio.
·        Dulci, cuidado con lo que dices que hoy no tengo yo el…
·        Arasseo. No te preocupes demasiado, el resto de empleados no dejaremos que abandones esta empresa. No esperamos a otro CEO que no seas tú.
·        Tío, creo que prefiero cuando me insultas, me has puesto la piel de gallina.
·        ¡Fighting!
Después de eso, se despidieron y cada uno siguió un camino distinto. Iba andando por el pasillo, cuando de repente cayó en la gravedad de la situación y paró en seco. Buscó su teléfono y marcó el número de SooRi. No obtuvo respuesta. Marcó el de NeRa, tampoco. Por último, probó el de SangRa, pero no se encontraba conectado. Se puso nerviosa. Comprobó el horario de ambas amigas. ¿Estarían allí? Aceleró su paso en dirección al estudio de SSG, rezando por encontrarlas allí. Lo que no pensó es que se encontraría a NeRa tirada en el suelo junto con SaeByeong.
·        Carla… SaeByeong… - se giraron en su dirección.
·        ¡Ana-sshi! – SaeByeong se levantó rápido y le hizo una reverencia.
·        Ahórratelo. – se agachó. - ¿cómo estás? – NeRa solo negaba con la cabeza. – Dios, ¿y Capi?
·        Ana-sshi, ¿wae?
·        Yo tampoco sabía nada SaeByeong, estoy igual o más sorprendida que tú.
·        ¿Wo? Maldo andwae.
·        SaeByeong, necesito que me localices a KiJin-sshi cuanto antes, yo también lo intentaré, pero si lo consiguieras antes, necesito que lo mandes a hablar conmigo.
·        Algesseoyo.
·        Y ahora… es mejor que nos dejes solas.
SaeByeong obedeció las ordenes de Ana y las dejó a solas con el teléfono en mano. Ana ayudó a NeRa a levantarse. NeRa le indicó que SooRi se encontraba dentro de la sala. Ana tenía miedo de cómo pudiera encontrar a Gabriela. Entró muy despacio en la sala sin hacer ruido. Y allí la vio. Todavía continuaba en el sofá, en forma de ovillo abrazada a un cojín y llorando. A Ana se le partió el corazón. Se sentó a su lado y le rozó el hombro. SooRi la miró de reojo y cuando reconoció quien era, estalló de nuevo. Se lanzó a ella. Ana la abrazó con fuerza. Abrió sus brazos para que NeRa también se incorporara. Y así permanecieron durante, lo que fueron los 30 minutos más largos de sus vidas. Cuando se hubieron calmado, Ana les contó su conversación con el CEO, omitiendo la parte en la que el CEO nombró a SooRi. Ninguna de las dos entendía nada. Cada vez más, Ana, tenía claro que detrás de todo aquello se estaba escondiendo algo y estaba dispuesta a averiguar qué era.
·        Chicas, lo siento mucho de verdad. ¿Habéis conseguido hablar con Alex?
·        Sí, ella fue quien nos dio la noticia. – contestó NeRa.
·        Capi, deberías ponerte algo en la mano. – SooRi tan solo asintió. – ¿Me he perdido algo? – la miraron. – Sé que, si este día llegaba algún día, vuestro mundo colapsaría. Pero también sé que si fuera una decisión de BMS la aceptaríais. ¿Qué ha pasado?
SooRi iba a contarle lo sucedido, pero justo antes de empezar le hizo señas a NeRa para que siguiera ella. No podía. No, todavía. NeRa, le contó como pudo lo sucedido con la mayor cantidad de detalles que recordaba y Ana fue apuntando las partes más relevantes.
·        Maldita, Diva, ¿qué se cree qué es? Tks.
·        Nosotras tampoco lo entendimos bien. No sabíamos por qué estaba tan enfadado, porqué decía que la culpa era de Gabri. – Ana recordó el comentario que el CEO le había dicho y lo anotó en su libreta.
·        ¿Y después de eso? ¿Pasó algo más? – NeRa miró a SooRi.
·        Después… llegó JoonChae.
·        No me digas más. Viendo a Gabri, puedo hacerme una idea de lo que ha pasado.
·        Ana, hay algo que no sabes. – dijo SooRi.
·        Capi, sé que JoonChae no ha hecho caso a KiBum y vino a defenderte y ver cómo estabas, pero sé que después de escuchar lo que KiBum te dijo, dejaste a JoonChae. – SooRi parecía muy sorprendida.
·        Gabri, ya lo sabíamos. – le dijo NeRa.
·        Tus ojos expulsaban estrellas todos los días desde el día de tu cumpleaños.
SooRi no sabía si reír o llorar ante aquellos comentarios. Ana intentó tranquilizarlas y animarlas al máximo, pero sabía que se estaba quedando sin tiempo. No quiso decirles nada sobre el contrato que había firmado su tío, pero en él explicaba que una vez Ana acabase su entrenamiento, dejaría la compañía. Tenía, apenas, unos pocos meses para poder resolver todo el dilema y buscar una solución. Su teléfono sonó. Era su alarma. Si no se iba, llegaría tarde a su cita con Eric. Les explicó la situación y tras darles un abrazó se marchó dirección al garaje, donde su fiel chofer ya la estaba esperando.
La llevó hasta el restaurante italiano en el que habían quedado. Eric la esperaba sentado en la mesa mientra leía la carta. Vestía un traje de chaqueta gris a cuadros y una camisa blanca. Cuando vio que Ana se aproximaba la saludó con la mano e indicó al camarero que le trajera otro menú.
·        Siento llegar tarde, el tráfico a estas horas es increíble.
·        No tienes que disculparte, solo has llegado 3 minutos tarde.
·        ¿Has pedido ya? – se sentó en la silla.
·        Aún no, te estaba esperando.
·        Gracias, pues si quieres pedimos ya.
·        ¿Ya sabes lo que quieres?
·        He venido otras veces.
Eric hizo una seña para que el camarero se acercara y ambos pidieron lo que querían tomar.
·        ¿Cómo ha ido al final todo? Cuando he leído esta mañana la noticia no daba crédito.
·        Una de las razones por las que he llegado tarde es al enorme mar de fans que se han plantado en la puerta de la empresa. De verdad que hay cosa de las fans que me ponen… No deberían darles tanto poder cuando se trata de vidas de personas. Tratan a los idols como si fueran de su propiedad y es algo que me enerva.
·        Tranquila, cuando seas CEO, podrás cambiar esas cosas.
·        Sí…. Cuando sea…. – Ana achinaba sus ojos.
·        ¿Wae? ¿Annyo?
·        Han surgido algunas complicaciones.
·        ¿Wo?
·        No sé cómo ni porqué mi tío y su mujer han firmado un documento en el que solo me dejan con 25% de las acciones y sin opción a ser CEO. – Eric se atragantó con la bebida.
·        ¿Wo? ¿Jinjjaya?
·        ¿Tengo cara de estar mintiéndote? Lo ultimo que quiero es que ese desgraciado de Ahn PyeongDa se quede con todo lo que la familia MinSang ha construido.
·        Poco a poco, Ana, cuéntame que ha pasado.
·        Ni yo misma lo sé. Solo sé que hay muchos cabos sueltos y que hay cosas que no encajan y no voy a descansar hasta descubrir la razón. Pienso aplastarlos como a cucarachas.
·        Aaah, me gusta. Si puedo ayudarte, sabes que aquí estoy.
·        Pues la verdad….
·        No me gusta esa mirada.
·        Tienes muchos contactos. Si la gente se entera de que no tengo tanto poder como antes no querrán ni escucharme.
Ana le contó con detalle todo lo que se había anotado en su libreta. Eric asentía atentamente.
·        No me cuadra nada.
·        ¿A qué no?
·        Aquí hay un eslabón perdido.
·        Sí, como en el príncipe de Egipto.
·        Peor. No me gusta cómo va esto. Y el grupo va a salir perjudicado, no me gusta.
·        A mí tampoco.
·        No me cuadra empezando por ese estúpido contrato que ha firmado tu familia. ¿Dónde dijiste que estaba tu tío? ¿Alemania?
·        Sí.
·        Algo me huele a fraude.
·        A mí a conspiración.
·        Hagamos esto. Yo te ayudo a averiguar la verdad y tú…
·        ¿Y yo qué?
·        Y tú aceptas salir conmigo. – Ana escupió la pasta que se introdujo en la boca.
·        Tú flipas.
·        ¿No quieres?
·        ¿Qué me ayudes?
·        No, formalizar tu relación conmigo.
·        ¿Qué relación? ¿Qué dices?
·        Piénsalo bien. Mis padres felices, tu familia feliz y…
·        ¿Y? – Ana le hacía señales para que continuase.
·        Y le das a los medios algo de que hablar para que se olviden del caso de BMS.
·        Visto así…
·        ¿Aceptas?
·        Está bien. – Eric se levantó rápido y dio un beso a Ana. Ana lo apartó rápido.
·        ¿Tu qué quieres? ¿Desaparecer joven?
·        Sajin, sajin (foto). – dijo señalando su móvil.
·        ¿Qué planeas? No…
·        Sí, voy a subirla ahora mismo a mis redes sociales.
·        Si no te necesitara ya estarías con tus antepasados.
Así continuaron organizando lo que sería su investigación y con la que, tiempo después, podrían dar una solución a lo ocurrido.
A lo largo del día, Ana intentó ponerse en contacto con KiJin, pero su teléfono le continuaba saliendo fuera de servició. SaeByeong la llamó varias veces dándole también una respuesta negativa. Necesitaba encontrarlo a toda costa. Ahora entendía lo que vio aquel día. KiJin llegando al casillero de Ahn PyeongDa dejando un sobre y ver, más tarde, que parte de sus cosas no estaban donde solían estar. KiJin debía de saber algo que el resto no sabía, pero, ¿el qué? Se encontraba tan inmersa en sus pensamientos, que el sonido de su teléfono la asustó. “Alejandra”.
·        ¿Alex? ¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?
·        Necesito que vengas a mi casa, ahora mismo.
·        ¿Ha pasado algo?
·        Es muy importante. Aquí te espero. Si no puedes ahora, te esperaré hasta que estés libre.
·        No, no. Voy ya. En unos 15 minutos estaré.
La llamada de Alex la preocupó. ¿Qué habría pasado? Tomó un taxi, tardaría menos que esperando a Rogger. Le preocupaba que la separación de BMS le hubiera afectado más de lo que creía. Ana tocó el timbre y una relajada Alex le abrió la puerta y la condujo hasta el salón.
·        Te he hecho un café, aunque es un poco tarde.
·        Nunca es tarde para un café. – ambas amigas se sentaron. - ¿Qué ha ocurrido? Por el teléfono parecías algo alterada.
·        Sé lo qué ha pasado.
·        ¿Con qué?
·        Con BMS.
·        Sí, Carla y Gabri me contaron que las informaste. ¿Estás bien?
·        Me refiero a que sé porqué se han separado. – Ana escupió el café e inmediatamente su mente volvió al restaurante y sus mejillas se encendieron.
·        ¿Cómo que lo sabes?
·        Sí. Prácticamente les han obligado.
·        Dios, más despacio. Cuéntame todo lo que sepas.
·        Sí. Lo haré.
·        Pero, espera espera. ¿Cómo sabes todo esto?
·        Porque me lo ha contado KiJin.
·        ¿Qué? ¿Cómo has conseguido contactar con él? Llevo todo el día intentándolo.
·        Porque está viviendo conmigo.