lunes, 18 de enero de 2016

Rozando el cielo

Prólogo

¿Dónde estoy? ¿Por qué noto que todo me pesa? ¿Por qué solo quiero cerrar mis ojos? ¿Por qué tengo la impresión de que si lo hago me arrepentiré? Abro débilmente mis ojos, miro a mí alrededor. Reconozco este lugar, ya he estado en numerosas ocasiones. Puedo diferenciar diferentes siluetas de personas frente  mí, ¿estoy tumbada? Eso parece. Me fijo mejor, ¿por qué esas personas están tan tristes? Reconozco al hombre que está de pie a mi lado, veo sus labios moverse. Intento levantar mi brazo para agarrar su mano y decirle que estoy bien, que no esté tan afligido, pero no puedo, por más que lo intento y por más que lucho no puedo, no lo consigo. Noto como, cada vez, mis ojos se van apagando, apenas puedo tenerlos abiertos. ¡No! Necesito permanecer despierta hay algo que debo decirle.  Mis ojos se entumecen, mi visión está nublada. De repente la tranquilidad de la sala se altera. ¿Qué pasa? Tengo miedo y frio, mucho frio. Cada vez me siento más sola y pesada, solo quiero cerrar mis ojos.  Finalmente consigo que todo se convierta en negrura.  Estoy tan tranquila, tan serena, tan en paz. E irrumpiendo esa calma escucho varias voces gritando, chillando y sollozando, pero una voz masculina sobre sale frente todas las demás.
       ¡Han Sang Ra! Por favor, abre tus ojos.  ¡Mírame, te he dicho que me mires! Por favor…, no me dejes. Yo t-t-te necesito aquí conmigo. Siempre has sido muy fuerte, tú puedes con esto. Has superado tanto, por favor.  Hay tantas cosas que tengo y quiero decirte

¿Han Sang Ra? ¿Por qué me llama así?, ¿qué haces? Abre tus ojos, por favor. Quiero escuchar lo que me tiene que decir. Cada vez oigo su voz más lejana.  Vamos Sang Ra, tú puedes, solo un último esfuerzo. Piensa en  todo lo que has tenido que soportar para llegar hasta aquí. ¡Ábrelos! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario