Prólogo
¿Dónde
estoy? ¿Por qué noto que todo me pesa? ¿Por qué solo quiero cerrar mis ojos?
¿Por qué tengo la impresión de que si lo hago me arrepentiré? Abro débilmente
mis ojos, miro a mí alrededor. Reconozco este lugar, ya he estado en numerosas
ocasiones. Puedo diferenciar diferentes siluetas de personas frente mí, ¿estoy tumbada? Eso parece. Me fijo
mejor, ¿por qué esas personas están tan tristes? Reconozco al hombre que está
de pie a mi lado, veo sus labios moverse. Intento levantar mi brazo para
agarrar su mano y decirle que estoy bien, que no esté tan afligido, pero no
puedo, por más que lo intento y por más que lucho no puedo, no lo consigo. Noto
como, cada vez, mis ojos se van apagando, apenas puedo tenerlos abiertos. ¡No!
Necesito permanecer despierta hay algo que debo decirle. Mis ojos se entumecen, mi visión está
nublada. De repente la tranquilidad de la sala se altera. ¿Qué pasa? Tengo miedo
y frio, mucho frio. Cada vez me siento más sola y pesada, solo quiero cerrar
mis ojos. Finalmente consigo que todo se
convierta en negrura. Estoy tan
tranquila, tan serena, tan en paz. E irrumpiendo esa calma escucho varias voces
gritando, chillando y sollozando, pero una voz masculina sobre sale frente
todas las demás.
• ¡Han Sang
Ra! Por favor, abre tus ojos. ¡Mírame,
te he dicho que me mires! Por favor…, no me dejes. Yo t-t-te necesito aquí
conmigo. Siempre has sido muy fuerte, tú puedes con esto. Has superado tanto,
por favor. Hay tantas cosas que tengo y
quiero decirte
¿Han
Sang Ra? ¿Por qué me llama así?, ¿qué haces? Abre tus ojos, por favor. Quiero
escuchar lo que me tiene que decir. Cada vez oigo su voz más lejana. Vamos Sang Ra, tú puedes, solo un último
esfuerzo. Piensa en todo lo que has
tenido que soportar para llegar hasta aquí. ¡Ábrelos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario