lunes, 25 de enero de 2016

Rozando el cielo

CAPÍTULO 4:  A.R.G

Abrí mis ojos al sonido de la alarma, eran las 7:00 de la mañana. Abrí mi cajón de la mesita y saqué un calendario, 12/09/2014. Me había propuesto salir a pasear y a hacer ejercicio los días libres que mis compañeros y yo teníamos para descansar.  Había decidido mejorar mi penosa resistencia fuere como fuere. No quería decepcionar a mis compañeros. Ellos, comparados conmigo, tenían mucho más aguante. Me puse mi ropa deportiva rápidamente, junto con una gorra y gafas de sol. Comprobé que Jang SeaByeong y Guem JongDong, mis roommates, seguían durmiendo. ¿Lo estarían los demás? Qué  envidia me daban, yo también quería dormir un poco más. Tenía que volver a nuestra casa a eso de las 12, como muy tarde, ya que teníamos que estar en la compañía a la 13:00. Salí de casa, apenas había personas por la calle, eso me gustó. Comencé haciendo una carrera medianamente ligera mientras cantaba igual que hacíamos siempre. Oh Dios mío qué pocas ganas tenía de hacer nada. Pero continué durante una hora más. Más tarde aceleré la marcha y seguí cantando. Efectivamente, no duré ni la mitad del tiempo que duré con la carrera ligera. Para continuar ejercitándome me puse a andar, y así, bajaría, también, mis pulsaciones. Miré mi reloj eran las 10:15. ¿Habían pasado ya  3 horas? Increíble. Y para colmo me encontraba lejísimos de casa, cerca de la estación. Genial, tenía que llegar antes de 1 hora y me hallaba a unos 45 minutos a paso ligero. Tenía que llegar a casa a tiempo, debía ducharme y vestirme adecuadamente, ¿tendría el tiempo suficiente viviendo en la misma casa que KiBum? Empezaba a haber demasiadas personas por las calles. Noté como algunas personas dirigían unas miradas hacia mí. Las ignoré. Si no se acercaban era señal de que no sabían quién era. Aun así comenzaba a sentirme algo incómodo. Decidí darme más prisa y trotar. Dios las 10:20, necesitaba ir más deprisa si quería llegar a tiempo. Comencé a correr lo más rápido que pude, asegurándome de que no se me calleran las gafas ni la gorra. De repente vi cómo una joven se ponía en mi camino, quería parar, debía, pero la velocidad no me lo permitió y acabé chocando contra ella.
El golpe debió ser demasiado fuerte, pues ella acabó en el suelo y sus cosas también. Me sentí mal. Debía disculparme, seguramente le habría hecho daño. Me agaché y comencé a ayudarla a recoger sus cosas. No tenía unas manos demasiado bonitas. Me fijé que las tenía algo manchadas de carboncillo, seguramente era pintora o le gustaba mucho dibujar. ¿Será por ello que tiene las manos destrozadas? Seguí recogiendo sus cosas, eran libros de universidad, era una joven universitaria debía de tener unos 20 años, más o menos. Me dio algo de envidia. Parecía no notar mi presencia, hasta que fue a coger la misma cosa que yo. Levantó la mirada, acto seguido lo hice yo. Nuestras miradas se encontraron. Los rayos de sol atravesaban su mirada. Cerró ligeramente sus ojos. Eran unos ojos muy hermosos, tenían reflejos verdes y marrones, nunca había visto ese tipo de color, casi parecían flores. Por no mencionar el precioso y grande segundo párpado poblado de pequeñas pestañas. Me fijé en el resto de su cara, no presentaba rasgos coreanos ni asiáticos, pero aún así era preciosa. Sus gruesos labios llamaron mi atención, eran perfectos y tenía curiosidad por saber como era la sonrisa que escondían. A pesar de los hermosos rasgos, presentaba una apariencia inocente e infantil como si de una niña se tratase. Me quedé mirándola fijamente, no podía apartar la mirada de su rostro, en especial, sus ojos. Sentía que me perdía y volvía a mi pasado. Un cosquilleo apareció en mi estómago.  No sé por qué me sentía tan inquieto. No pude evitar sonreír ante aquella situación. ¿Qué otra cosa podía hacer? La cogí por el brazo y la ayudé a levantarse. Ella se sujetó cogiéndome de la mano. En ese momento mi corazón comenzó a latir muy rápido. Tragué saliva, tenía que decirle algo, mientras la ayudaba, así calmaría mis nervios. ¿Por qué me sentía así?
       “I’m sorry, mianhae”, ¿gwenchanha? Sorry, are you okey?- no sabía en qué idioma hablarle.
       ¿Eh? Sí, gracias por ayudarme a recoger mis cosas. – parecía distraída, pero sonrió muy abiertamente. Tenía una hermosa y sincera sonrisa.
       Era lo menos que podía hacer, se te han caído por mi culpa- dije algo sonrojado.
Sé qué no debía, pero quería saber su nombre. Pero apenas estaba terminando de hablar, la joven desapareció entre la multitud corriendo. Me sentí afligido, pero en el fondo era lo mejor. No debía interesarme en ese tipo de personas…, pero… Miré al suelo. Se había dejado aquella “cosa” que ambos íbamos a recoger. Era un pañuelo con tres iniciales, A. R. G.  ¿Serían las iniciales de su nombre? Lo apreté con fuerza y lo guardé en el bolsillo. Me sentí vivo, extraño. Sentía ganas de sonreír. Por raro que pareciese ya no notaba la fatiga. En ese momento recordé que debía darme prisa si quería llegar a tiempo. Y con una sonrisa en la cara comencé a correr.

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