sábado, 23 de enero de 2016

Rozando el cielo

CAPÍTULO 2: WELCOME PRINCESITA

Por fin estaba en Seúl, por fin. No me lo podía creer, después de estar años suplicándole a mi madre para que me dejara ir, finalmente lo había conseguido. Todo es gracias a internet. Resulta que yo iba a estudiar, bueno, más bien quería estudiar traducción e interpretación coreana con vistas a ser escritora y compositora de música, pero ninguna universidad de España impartía esas dos asignaturas juntas, es decir, primero tenía que cursar la carrera de traducción e interpretación y luego la de música. Pues a mi hermana mayor se le ocurrió la brillante idea de mandar mi expediente académico con mi solicitud a todas las universidades de Corea del Sur. Y dio la pura casualidad que una de ellas este año había promocionado un nuevo curso en el que estudiabas traducción e interpretación, para poder componer canciones. Y por suerte me escogieron para un programa de extranjeros donde iban a haber personas de distintos lugares del mundo. Y así, después de una semana en Corea tendría que comenzar las clases.
A pesar de no haber estado nunca en Corea las calles por las que caminaba me sonaban y casi podía decir que las conocía. Pues tenía un gran amigo coreano que conocí gracias a un intercambio. Se llamaba Huang HyunJo. Era un estudiante de mi misma edad,que iba a cursar la misma carrera que yo. Por lo que cuando se lo dije por e-mail me propuso la idea de compartir piso, ya que él vive solo y yo no podría permitirme  pagar un apartamento. Y claramente acepté. La mayoría se preguntará qué hace una chica compartiendo sola piso con un chico al que apenas conoce y el cual puede hacer algo que no quiera. Pues bien resulta que HyunJo ya tenía novio, sí, exacto, era homosexual. Por lo que no me preocupaba mucho el tener que vivir sola con él, además éramos muy buenos amigos y me encantaba hablar con él.
Había quedado con HyunJo en una cafetería que había próxima al aeropuerto. Estaba nerviosa, hacía más de un año que no lo veía. ¿Y si no conseguía encontrarlo? Llegué a la cafetería. Me detuve delante de la puerta, respiré profundamente y la abrí. Entré muy cuidadosamente, pues no quería hacerme de notar, aunque parece que no sirvió de mucho, ya que cuando levanté la cabeza toda la cafetería me estaba mirando. Algunos con indiferencia, otros riéndose y la gran mayoría de forma extraña como si me tratase de un engendro o algo por el estilo. La situación me hizo sentir incómoda, estoy segura de que me sofoqué y me puse roja, era típico en mí. Todo se calmó cuando un brazo me agarró por detrás y escuché al oído: “Welcome, princesita”.  Me giré y vi a Huang HyunJo mirándome con una gran sonrisa. A pesar de que nos habíamos estado comunicando en inglés por escrito él no sabía hablarlo demasiado bien y como que español tampoco. Así que hablábamos en coreano. Detalle que no comenté, sé hablar coreano, ya que lo estudié durante el verano de  ingreso a la universidad, pues no me iba a venir sin saber nada. Aunque aún no lo entendía a su perfección, por suerte HyunJo me ayudaba mucho. Anduvimos durante casi una hora hasta que llegamos al apartamento situado en la calle más transitada de todo Seúl, el centro. Por el camino me fue enseñado y señalando las zonas más importantes de la ciudad. Que ganas tenía de llegar al apartamento y tumbarme.

Entré al piso, no me podía creer lo que estaba viendo. Debí poner cara de pánfila pues HyunJo se quedó mirándome fijamente y se rio.
       Alex, ¿Por qué pones esa cara tan graciosa?- dijo entre carcajadas.
       Pe-e-ro ¿esto qué es?- dije señalando al frente.
       Nuestra casa, ¿por?
       No me dijiste que nuestra casa iba a ser de este tamaño. Es enorme, oh dios mío, ¿quieres que me dé un infarto? ¿Sabes lo que voy a tener que trabajar para poder pagarte?- dije casi llorando.
       Relájate, no hará falta que trabajes ni que me pagues. Hubo otro pequeño detalle que no te comenté. Resulta que el dueño del edificio no es ni más ni menos que mi padre.- dijo cerrándome la boca con un dedo.
       ¿Enserio? “oh yeah, oh yeah”- dije con cara de loca y casi llorando, pero esta vez de la alegría.
       “Oh yeah, oh yeah, oh yeah, yeah, yeah, Nareul bomyeo miso jineun…”- cantamos al unísono.
       Jajaja por cierto ya decidí que nombre voy a usar, Han SangRa.
       ¿Eh? Es muy bonito. ¿Cómo lo decidiste? Cuando hablé contigo hace una semana no tenías ni idea.
       Pues… Verás…- dije con una risita tonta, dios a veces me sorprendía de lo pánfila que podía llegar a ser.
       Desembucha guapa. – dijo con voz pícara.
       La verdad es que en el avión conocí a un chico coreano que también venía a Seúl, y pues nada él fue quien me puso el nombre.-dije avergonzada.
       Uuh te has sonrojado. ¿Y cuál era su nombre? ¿Era guapo?
       Calla anda, no me he sonrojado.- dije tocándome las mejillas.- Se llama Kim KiMin y sí era guapo no, guapísimo. Espera espera, ¿por qué lo quieres saber? ¿No estarás pensado nada raro no?
       ¿Yo? Por favor, la duda ofende. – dijo en tono sarcástico.- Además yo ya tengo a mi alma gemela.
       Lástima, yo que pensaba darte su número…., jajaja.
       Nunca te he dicho cuanto te quiero y lo preciosa que eres ¿verdad?- Negué con la cabeza.- Pues te lo digo ahora.
       Jajaja, tranquilo si alguna vez quedo con él te invitaré a venir.
       Eres la mejor.- dijo mientras me daba un abrazo.- Y ahora vámonos a descansar que es tarde.- dije dándole una palmadita en el trasero.
       Solo acabas de llegar, ¿y ya estás dándome órdenes?- lo miré fijamente- Ya me voy.
Le sonreí antes de que se metiera en su habitación. Miré detenidamente el piso. Era enorme. Tenía 2 habitaciones, una suya y una dónde en la puerta ponía “Alex, mi princesita”. Cada habitación tenía su baño privado, cosa que agradecí. Tenía una cocina, un enorme comedor y un salón bien proporcionado, en todos los sentidos. Televisión de pantalla plana de 50’’, un sofá grandísimo y una videoconsola con una inmesidad de juegos. ¿Qué más podía querer? Terminé de revisar el apartamento y me dirigí, junto con mi equipaje, a la habitación. Había sido un día muy largo, estaba exhausta, necesitaba dormir aunque sabía que no podría. 

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