CAPÍTULO 2: WELCOME PRINCESITA
Por
fin estaba en Seúl, por fin. No me lo podía creer, después de estar años
suplicándole a mi madre para que me dejara ir, finalmente lo había conseguido.
Todo es gracias a internet. Resulta que yo iba a estudiar, bueno, más bien
quería estudiar traducción e interpretación coreana con vistas a ser escritora
y compositora de música, pero ninguna universidad de España impartía esas dos
asignaturas juntas, es decir, primero tenía que cursar la carrera de traducción
e interpretación y luego la de música. Pues a mi hermana mayor se le ocurrió la
brillante idea de mandar mi expediente académico con mi solicitud a todas las
universidades de Corea del Sur. Y dio la pura casualidad que una de ellas este
año había promocionado un nuevo curso en el que estudiabas traducción e
interpretación, para poder componer canciones. Y por suerte me escogieron para
un programa de extranjeros donde iban a haber personas de distintos lugares del
mundo. Y así, después de una semana en Corea tendría que comenzar las clases.
A
pesar de no haber estado nunca en Corea las calles por las que caminaba me
sonaban y casi podía decir que las conocía. Pues tenía un gran amigo coreano
que conocí gracias a un intercambio. Se llamaba Huang HyunJo. Era un estudiante
de mi misma edad,que iba a cursar la misma carrera que yo. Por lo que cuando se
lo dije por e-mail me propuso la idea de compartir piso, ya que él vive solo y
yo no podría permitirme pagar un apartamento.
Y claramente acepté. La mayoría se preguntará qué hace una chica compartiendo
sola piso con un chico al que apenas conoce y el cual puede hacer algo que no
quiera. Pues bien resulta que HyunJo ya tenía novio, sí, exacto, era
homosexual. Por lo que no me preocupaba mucho el tener que vivir sola con él,
además éramos muy buenos amigos y me encantaba hablar con él.
Había
quedado con HyunJo en una cafetería que había próxima al aeropuerto. Estaba
nerviosa, hacía más de un año que no lo veía. ¿Y si no conseguía encontrarlo?
Llegué a la cafetería. Me detuve delante de la puerta, respiré profundamente y
la abrí. Entré muy cuidadosamente, pues no quería hacerme de notar, aunque
parece que no sirvió de mucho, ya que cuando levanté la cabeza toda la
cafetería me estaba mirando. Algunos con indiferencia, otros riéndose y la gran
mayoría de forma extraña como si me tratase de un engendro o algo por el
estilo. La situación me hizo sentir incómoda, estoy segura de que me sofoqué y
me puse roja, era típico en mí. Todo se calmó cuando un brazo me agarró por
detrás y escuché al oído: “Welcome,
princesita”. Me giré y vi a Huang
HyunJo mirándome con una gran sonrisa. A pesar de que nos habíamos estado
comunicando en inglés por escrito él no sabía hablarlo demasiado bien y como
que español tampoco. Así que hablábamos en coreano. Detalle que no comenté, sé
hablar coreano, ya que lo estudié durante el verano de ingreso a la universidad, pues no me iba a
venir sin saber nada. Aunque aún no lo entendía a su perfección, por suerte
HyunJo me ayudaba mucho. Anduvimos durante casi una hora hasta que llegamos al
apartamento situado en la calle más transitada de todo Seúl, el centro. Por el
camino me fue enseñado y señalando las zonas más importantes de la ciudad. Que
ganas tenía de llegar al apartamento y tumbarme.
Entré
al piso, no me podía creer lo que estaba viendo. Debí poner cara de pánfila
pues HyunJo se quedó mirándome fijamente y se rio.
• Alex, ¿Por
qué pones esa cara tan graciosa?- dijo entre carcajadas.
• Pe-e-ro
¿esto qué es?- dije señalando al frente.
• Nuestra
casa, ¿por?
• No me
dijiste que nuestra casa iba a ser de este tamaño. Es enorme, oh dios mío,
¿quieres que me dé un infarto? ¿Sabes lo que voy a tener que trabajar para
poder pagarte?- dije casi llorando.
• Relájate,
no hará falta que trabajes ni que me pagues. Hubo otro pequeño detalle que no
te comenté. Resulta que el dueño del edificio no es ni más ni menos que mi
padre.- dijo cerrándome la boca con un dedo.
• ¿Enserio? “oh yeah, oh yeah”- dije con cara de
loca y casi llorando, pero esta vez de la alegría.
• “Oh yeah, oh yeah,
oh yeah, yeah, yeah, Nareul bomyeo miso jineun…”- cantamos al unísono.
• Jajaja por cierto ya decidí que nombre voy a usar, Han
SangRa.
• ¿Eh? Es muy bonito. ¿Cómo lo decidiste? Cuando hablé contigo
hace una semana no tenías ni idea.
• Pues… Verás…- dije con una risita tonta, dios a veces me
sorprendía de lo pánfila que podía llegar a ser.
• Desembucha guapa. – dijo con voz pícara.
• La verdad es que en el avión conocí a un chico coreano que
también venía a Seúl, y pues nada él fue quien me puso el nombre.-dije
avergonzada.
• Uuh te has sonrojado. ¿Y cuál era su nombre? ¿Era guapo?
• Calla anda, no me he sonrojado.- dije tocándome las
mejillas.- Se llama Kim KiMin y sí era guapo no, guapísimo. Espera espera, ¿por
qué lo quieres saber? ¿No estarás pensado nada raro no?
• ¿Yo? Por favor, la duda ofende. – dijo en tono sarcástico.-
Además yo ya tengo a mi alma gemela.
• Lástima, yo que pensaba darte su número…., jajaja.
• Nunca te he dicho cuanto te quiero y lo preciosa que eres
¿verdad?- Negué con la cabeza.- Pues te lo digo ahora.
• Jajaja, tranquilo si alguna vez quedo con él te invitaré a
venir.
• Eres la mejor.- dijo mientras me daba un abrazo.- Y ahora
vámonos a descansar que es tarde.- dije dándole una palmadita en el trasero.
• Solo acabas de llegar, ¿y ya estás dándome órdenes?- lo miré
fijamente- Ya me voy.
Le
sonreí antes de que se metiera en su habitación. Miré detenidamente el piso.
Era enorme. Tenía 2 habitaciones, una suya y una dónde en la puerta ponía “Alex, mi princesita”. Cada habitación
tenía su baño privado, cosa que agradecí. Tenía una cocina, un enorme comedor y
un salón bien proporcionado, en todos los sentidos. Televisión de pantalla
plana de 50’’, un sofá grandísimo y una videoconsola con una inmesidad de
juegos. ¿Qué más podía querer? Terminé de revisar el apartamento y me dirigí,
junto con mi equipaje, a la habitación. Había sido un día muy largo, estaba
exhausta, necesitaba dormir aunque sabía que no podría.
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