CAPÍTULO
3: UN CONOCIDO DESCONOCIDO.
Los
siguientes días giraron en torno a mi preparación para entrar en la
universidad. HyunJo me enseñó a fondo la
ciudad y el camino a la universidad, pues a pesar de ir a la misma y cursar la
misma carrera, el programa de extranjeros tenía diferentes horarios. Además
conseguí un trabajo en el cual, en mi opinión me pagaban una miseria, pero
según HyunJo era suficiente dinero. Resulta que el valor del euro está bastante
por encima del won, moneda coreana, entonces lo que para mí es una miseria para
ellos es un mundo. Pues mi gran trabajo consistía en la asombrosa tarea de
limpiar el apartamento donde vivíamos una vez a la semana. Sí, mi querido
compañero era mi jefe. Pero así era mejor, era mi manera de pagar que viviera
en la casa y encima aun me pagaba. No podía quejarme.
Antes
de que me diera cuenta ya había llegado el primer día de universidad. Lo lógico
es dar buena impresión desde el primer día, pues bien, llegué tarde. Huang
HyunJo entraba a las 09:00, mientras que yo a las 10:30. Estaba bastante nerviosa,
tenía miedo de lo que me encontrara, por lo menos sabía qué todos íbamos a ser
extranjeros y qué apenas conocíamos bien el idioma. La universidad estaba a una
parada de estación, es decir, a 15 minutos de la estación. Y esta estaba a unos
25 minutos de mi casa, por lo que salí de casa a las 9:00 por si perdía el
tren, el cual salía a las 10:00 y 10:15. Podéis pensar que tenía tiempo de
sobra, y efectivamente, lo tenía, pero por el camino tuve un pequeño percance,
más bien me entretuve en el escaparate de una tienda. Iba caminando hacia la
estación cuando un anuncio publicitario que estaba colgado en el escaparate de
una tienda, llamó mi atención. El anuncio estaba escrito en inglés y en
coreano, decía: “¿Tienes talento? ¿Te
gustaría convertirte en un Idol? Si es así y
no eres de nacionalidad coreana, la compañía MS te da esa oportunidad.
Lanzamiento de un nuevo grupo occidental. Si no puedes asistir a la audición
mándanos un video cantando una canción. Fecha límite: 12/09/2014”. ¡¿Cómo?!
¡El plazo se acababa hoy! No me lo podía creer. ¿Por qué cuando pasaba algo
bueno me enteraba la última? La vida solo me jugaba malas pasadas. Miré el
reloj todavía no eran ni las 10, tenía tiempo, o eso pensaba. Fui lo más
deprisa que pude a casa. Entré a mi habitación y enchufé mi ordenador. Esto no
me podía estar pasando a mí. Busqué y busqué entre la inmensa cantidad de
carpetas que tenía hasta que, por fin, encontré el vídeo que estaba buscando, “비극 (tragedia) cantada por Gabriela Santos y
Carla Rodrígez. Había conseguido mandar el video a tiempo, me
relajé.
Miré
mi reloj, las 10:10. ¿Enserio? ¿Por qué a mí? Salí súper deprisa del piso.
Tenía que llegar en 5 minutos a la estación. ¿Lo conseguí? Estuve a punto, si
no llega a ser por un pequeño incidente. Estaba casi en la estación cuándo de
repente me vi en el suelo con todas mis cosas, que había en mi bolso,
esparcidas. Desde luego mi día no podía haber empeorado más, pues lo hizo. Me
puse rápidamente a recogerlas, sin darme cuenta de que una persona desconocida,
la culpable de mi caída, me estaba ayudando a coger mis cosas hasta que ambos
fuimos a por la misma. Levanté la vista, era un hombre. Él también la levantó,
nuestras miradas se encontraron, o eso creo, pues llevaba gafas de sol muy
oscuras. Pero a pesar de ello pude darme cuenta de que se trataba de un hombre
joven, dos o tres años más mayor que yo, a lo máximo. A pesar de no verle los
ojos parecía guapo, tenía una nariz pequeña y chata y unos labios muy gruesos y
bien definidos. Se quedó mirándome fijamente. ¿Quién era y por qué me miraba?
Me sonrió. Cuando vi su sonrisa, me estremecí, noté cómo se enrojecían mis
mejillas. ¿Dónde había visto antes esa sonrisa? ¿Cómo podía sonarme tanto una
persona a la que apenas podía verle la cara? Y para rematar llevaba gorra. Me
quedé embobada hasta que noté que alguien me decía:
• “I’m sorry, mianhae”,
¿gwenchanha? Sorry, are you okey?- dijo mientras me ayudaba a levantarme.
• ¿Eh?-no podía ser más tonta- Sí, gracias por
ayudarme a recoger mis cosas.- respondí en coreano.
• Era lo
menos que podía hacer, se te han caído por mi culpa- dijo con cara de
avergonzado.
Mientras
decía eso miré el reloj y vi que eran
las 10:20. No me lo podía creer. Me fui corriendo sin decir nada más y dejé a
aquel joven con la palabra en la boca. No, si es que era imbécil. Si iba a llegar tarde de todas maneras que más
me daba despedirme de él en condiciones,
preguntarle su nombre, o cualquier cosa con el fin de alargar la conversación.
Pues no. Tuvo que sorprenderse mucho. ¿Qué
mala imagen le habré dado? Pensé. Aunque inmediatamente esa idea se borró
de mi cabeza. Daba igual, nunca volvería a verlo. ¿Qué probabilidades había de
que nos volviéramos a encontrar? Ninguna. Pensar eso me hizo sentir mejor,
aunque por alguna razón notaba un dolor y un vacío en el pecho. Seguía pensando
que lo había visto antes.
Corrí
lo más rápido que mis piernas pudieron, pero a pesar de ello no llegué a tiempo
a la universidad. Llegué diez minutos tarde y bañada en sudor. Genial, gran
comienzo. Durante el resto del día no se me acercó nadie. Excepto los
profesores para echarme una reprimenda. Me hicieron prometer que no volvería a
pasar. Y no pasó.
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