CAPÍTULO 14: TOCANDO EL CIELO
No
podía ser. Era ella, era ella, la mujer con la que choqué aquel día, no cabía
la menor duda, eran los mismos ojos. Iba disfrazada de diosa, llevaba un
hermoso pelo largo lleno de tirabuzones. Me dieron ganas de acariciárselo, pero
me contuve. Portaba, en el pelo, una cinta dorada que le daba mucha elegancia
al traje. La miré a la cara, llevaba un rústico, pero precioso antifaz dorado
en forma de mariposa. Sus ojos se veían mucho más profundos que la última vez,
volví a creer que me perdía en ellos, sentía tanta paz y descanso cuando los
miraba. El amago de sombra rosa le daba un toque inocente a la estructura de su
cara. En sus ojos podía ver ingenuidad, ternura, dolor, pero a la vez mucha
alegría. Sus labios, gruesos, estaban algo agrietados, aun así tenía la
necesidad de probarlos. Bajé mi vista, llevaba un vestido entallado de talle
largo de color rosa pálido que dejaba al descubierto sus hombros. Una cinta en
el estómago marcaba su hermosa figura. Realmente parecía una diosa. Volví a
dirigir la mirada a sus ojos, esta inmediatamente bajó la mirada, debió
sentirse incómoda. Esta vez no perdería la oportunidad, conocería su nombre y
lo supe, pero no de la manera que me esperaba.
• Disculpe,
no pretendía hacerla sentir incómoda.- ¿Enserio le estaba hablando con
respeto?- Aquí tiene la rosa.
• Gracias-
dijo al tiempo que me hacía una reverencia.
• Por lo que
veo eres una invitada VIP.- señalé el pase, tenía que mantener la conversación
como fuese, asentó con la cabeza.
• Me la
entregó mi hermana y una amiga. - ¿hermana? No sería….
• Ya veo, y
¿por qué estás aquí sola?- Bien KiJin- Oh disculpa la pregunta, no quería ser
entrometido es solo que se me hace raro ver a una joven tan hermosa sola.-
¿enserio esas palabras habían salido de mi boca? Me sofoqué.
• Quería estar un ratito sola y despejarme.- nos
sentamos en uno de los bancos.
• ¿Y la
rosa?- eso, tú tortúrate. Que no fuese de su novio, por favor.
• Cuando
estoy triste o me siento sin fuerzas, me guardo esos sentimientos, para luego
plasmarlos en la música, pero como no tenía donde componer he cogido la rosa
para implantar en ella mis deseos y poder, más tarde, entregárselo a quien los
necesite, extraño ¿verdad?
• No.- La
luz de la luna provocaba un brillo especial en sus ojos.- Me parece algo muy
dulce. ¿Puedo hacerte una pregunta?- Allí voy.
• Sí, claro.
• ¿Por qué
compones música? ¿Qué es lo que te hace querer componer?- No me atreví a
preguntarle su nombre.
• La verdad es que nunca me había planteado esa pregunta, pero supongo
que es porque…, no te rías de lo que te voy a decir. Yo, lo único que quiero es
que mi música sea capaz de tocar el cielo- alzó su mano- y pueda llegar a todos
los corazones. Y que estos comprendan aquello que quiera transmitir sin
necesidad de palabras. Sí, yo diría que es por ello, aunque no creo que tenga
mucho talento.- La miré, comprendía perfectamente esos sentimientos.- ¿Por?
• Nada, solo
tenía curiosidad, ¿y qué piensas acerca de que un Idol tenga una relación con
una persona que no sea famosa?- Me puse nervioso, ¿qué narices estaba haciendo?
• Pues me
parece algo muy tierno y hermoso, porque así es el amor ¿no? Mientras dos
personas se amen da igual la posición social que tengan. Ya que el amor
significa aceptar a la otra persona sea como sea, y ayudarla a crecer y que sea
mejor cada día. Superándolo todo juntos. Aunque a veces ese amor puede doler
mucho. ¿No crees?- Noté mucha ternura y tristeza en esas palabras, pero en el
fondo escuché lo que quería.
• Sí, estoy
de acuerdo.- me dedicó una sonrisa forzada.-
Pareces triste.
• Para nada.
• Esto
cierra los ojos.- me miró extrañada- Y no los abras hasta que te diga, ¿arachi?
Eso
hizo. Fui recogiendo, poco a poco, rosas blancas y azules y las fui esparciendo
con mucho cuidado a su alrededor. Estaba seguro de que le encantaría. Conforme
iba acabando me ponía más nervioso.
• ¿Puedo
abrirlos ya?
• Espera un
poco más, ya está puedes abrirlo.- me puse detrás de ella.
• Es
precioso. Jinjja gomawo.
• Así tu
música y tus manos ya pueden alcanzar el cielo.
La
miré en sus ojos se veía mucha gratitud y en su sonrisa mucha felicidad y
sinceridad, por fin la volvía a ver sonreír. Esa sonrisa que hacía que se me
parase el corazón, pero que a la vez me daba fuerza. Verla así me llenó de
satisfacción.
• No sé qué
decir, jinjja jinjja gomawo.- no podía dejar de sonreír.
• Esa
sonrisa sí que es sincera, me alegro de haberte alegrado. – Me sonrojé.
• Por
cierto, me gustaría saber tu nombre y ver tu rostro sin las vendas, tengo la
impresión de que te conozco de antes.- Yo también, entonces, sí eres tú.
• Yo también
quiero saber el tuyo y también creo haberte visto antes. Pues mi nombre es…
• ¡Han
SangRa! Por fin te encuentro, sigo queriendo hablar contigo.- ¿Hola? ¿Se
conocían?
• Ya te dije
que hoy no tenía ganas de hablar, por favor vete, no quiero verte. –la cogió del brazo.
• Por favor
quiero hablar y explicártelo todo.- Tiró de ella. KiMin la conocía y desde, por
lo que se ve, hace tiempo. ¿Por qué la trataba así?
• Te ha
dicho que no quiere hablar contigo.- la cogí por el otro brazo.
KiMin
se apartó de ella y se acercó a mí. ¿De que la conocía? ¿Es por él que antes
estaba triste? ¿Se-e-ería su novio? Y a mí que más me daba, pero por alguna
extraña razón tenía ganas de apartarla de él y seguir hablando con ella.
• KiJin, no
te metas en esto, ¿de acuerdo? Esto es algo entre ella y yo.- la separó de mí
de un empujón,y gracias a mi torpeza, resvalé y caí.
KiMin
comenzó a tirar de ella. Me levanté rápidamente. No iba a permitir que se la
llevase así. Pero, me di cuenta de que se me había caído el pañuelo. No podía
perderlo, pero tampoco quería que desapareciera ella. Decidí coger el pañuelo,
pero al levantar mi vista ya no estaban. Maldición. Comencé a buscarlos por
todas partes, no los encontraba. Vi a JoonChe y KiBum hablar y reírse con las
chicas de SSG. Genial había vuelto a perder otra oportunidad. Me fui a nuestra
habitación del piso superior. Le pegué un puñetazo a la pared, me reventé los
nudillos. Tenía mucha rabia. Me senté en el sofá, me tumbé boca arriba. El
pañuelo se había manchado con la sangre. Lo miré, pensé en como la llamó, Han
SangRa, nombre que no olvidaría, aunque nunca llegase a llamarla así. No lo
entendía no coincidía con las iniciales de este. Pensé que serían las de su
verdadero nombre. El pensar que conocía su nombre me tranquilizó, aunque seguía estando inquieto. Continué así hasta
que me dormí.