jueves, 4 de agosto de 2016

Rozando el cielo

CAPÍTULO 14: TOCANDO EL CIELO

No podía ser. Era ella, era ella, la mujer con la que choqué aquel día, no cabía la menor duda, eran los mismos ojos. Iba disfrazada de diosa, llevaba un hermoso pelo largo lleno de tirabuzones. Me dieron ganas de acariciárselo, pero me contuve. Portaba, en el pelo, una cinta dorada que le daba mucha elegancia al traje. La miré a la cara, llevaba un rústico, pero precioso antifaz dorado en forma de mariposa. Sus ojos se veían mucho más profundos que la última vez, volví a creer que me perdía en ellos, sentía tanta paz y descanso cuando los miraba. El amago de sombra rosa le daba un toque inocente a la estructura de su cara. En sus ojos podía ver ingenuidad, ternura, dolor, pero a la vez mucha alegría. Sus labios, gruesos, estaban algo agrietados, aun así tenía la necesidad de probarlos. Bajé mi vista, llevaba un vestido entallado de talle largo de color rosa pálido que dejaba al descubierto sus hombros. Una cinta en el estómago marcaba su hermosa figura. Realmente parecía una diosa. Volví a dirigir la mirada a sus ojos, esta inmediatamente bajó la mirada, debió sentirse incómoda. Esta vez no perdería la oportunidad, conocería su nombre y lo supe, pero no de la manera que me esperaba.

       Disculpe, no pretendía hacerla sentir incómoda.- ¿Enserio le estaba hablando con respeto?- Aquí tiene la rosa.
       Gracias- dijo al tiempo que me hacía una reverencia.
       Por lo que veo eres una invitada VIP.- señalé el pase, tenía que mantener la conversación como fuese, asentó con la cabeza.
       Me la entregó mi hermana y una amiga. - ¿hermana? No sería….
       Ya veo, y ¿por qué estás aquí sola?- Bien KiJin- Oh disculpa la pregunta, no quería ser entrometido es solo que se me hace raro ver a una joven tan hermosa sola.- ¿enserio esas palabras habían salido de mi boca? Me sofoqué.
        Quería estar un ratito sola y despejarme.- nos sentamos en uno de los bancos.
       ¿Y la rosa?- eso, tú tortúrate. Que no fuese de su novio, por favor.
       Cuando estoy triste o me siento sin fuerzas, me guardo esos sentimientos, para luego plasmarlos en la música, pero como no tenía donde componer he cogido la rosa para implantar en ella mis deseos y poder, más tarde, entregárselo a quien los necesite,  extraño ¿verdad?
       No.- La luz de la luna provocaba un brillo especial en sus ojos.- Me parece algo muy dulce. ¿Puedo hacerte una pregunta?- Allí voy.
       Sí, claro.
       ¿Por qué compones música? ¿Qué es lo que te hace querer componer?- No me atreví a preguntarle su nombre.
       La verdad es que nunca me había planteado esa pregunta, pero supongo que es porque…, no te rías de lo que te voy a decir. Yo, lo único que quiero es que mi música sea capaz de tocar el cielo- alzó su mano- y pueda llegar a todos los corazones. Y que estos comprendan aquello que quiera transmitir sin necesidad de palabras. Sí, yo diría que es por ello, aunque no creo que tenga mucho talento.- La miré, comprendía perfectamente esos sentimientos.- ¿Por?
       Nada, solo tenía curiosidad, ¿y qué piensas acerca de que un Idol tenga una relación con una persona que no sea famosa?- Me puse nervioso, ¿qué narices estaba haciendo?
       Pues me parece algo muy tierno y hermoso, porque así es el amor ¿no? Mientras dos personas se amen da igual la posición social que tengan. Ya que el amor significa aceptar a la otra persona sea como sea, y ayudarla a crecer y que sea mejor cada día. Superándolo todo juntos. Aunque a veces ese amor puede doler mucho. ¿No crees?- Noté mucha ternura y tristeza en esas palabras, pero en el fondo escuché lo que quería.
       Sí, estoy de acuerdo.- me dedicó una sonrisa  forzada.- Pareces triste.
       Para nada.
       Esto cierra los ojos.- me miró extrañada- Y no los abras hasta que te diga, ¿arachi?
Eso hizo. Fui recogiendo, poco a poco, rosas blancas y azules y las fui esparciendo con mucho cuidado a su alrededor. Estaba seguro de que le encantaría. Conforme iba acabando me ponía más nervioso.
       ¿Puedo abrirlos ya?
       Espera un poco más, ya está puedes abrirlo.- me puse detrás de ella.
       Es precioso. Jinjja gomawo.
       Así tu música y tus manos ya pueden alcanzar el cielo.
La miré en sus ojos se veía mucha gratitud y en su sonrisa mucha felicidad y sinceridad, por fin la volvía a ver sonreír. Esa sonrisa que hacía que se me parase el corazón, pero que a la vez me daba fuerza. Verla así me llenó de satisfacción.
       No sé qué decir, jinjja jinjja gomawo.- no podía dejar de sonreír.
       Esa sonrisa sí que es sincera, me alegro de haberte alegrado. – Me sonrojé.
       Por cierto, me gustaría saber tu nombre y ver tu rostro sin las vendas, tengo la impresión de que te conozco de antes.- Yo también, entonces, sí eres tú.
       Yo también quiero saber el tuyo y también creo haberte visto antes. Pues mi nombre es…
       ¡Han SangRa! Por fin te encuentro, sigo queriendo hablar contigo.- ¿Hola? ¿Se conocían?
       Ya te dije que hoy no tenía ganas de hablar, por favor vete, no quiero verte. –la  cogió del brazo.
       Por favor quiero hablar y explicártelo todo.- Tiró de ella. KiMin la conocía y desde, por lo que se ve, hace tiempo. ¿Por qué la trataba así?
       Te ha dicho que no quiere hablar contigo.- la cogí por el otro brazo.
KiMin se apartó de ella y se acercó a mí. ¿De que la conocía? ¿Es por él que antes estaba triste? ¿Se-e-ería su novio? Y a mí que más me daba, pero por alguna extraña razón tenía ganas de apartarla de él y seguir hablando con ella.
       KiJin, no te metas en esto, ¿de acuerdo? Esto es algo entre ella y yo.- la separó de mí de un empujón,y gracias a mi torpeza, resvalé y caí.

KiMin comenzó a tirar de ella. Me levanté rápidamente. No iba a permitir que se la llevase así. Pero, me di cuenta de que se me había caído el pañuelo. No podía perderlo, pero tampoco quería que desapareciera ella. Decidí coger el pañuelo, pero al levantar mi vista ya no estaban. Maldición. Comencé a buscarlos por todas partes, no los encontraba. Vi a JoonChe y KiBum hablar y reírse con las chicas de SSG. Genial había vuelto a perder otra oportunidad. Me fui a nuestra habitación del piso superior. Le pegué un puñetazo a la pared, me reventé los nudillos. Tenía mucha rabia. Me senté en el sofá, me tumbé boca arriba. El pañuelo se había manchado con la sangre. Lo miré, pensé en como la llamó, Han SangRa, nombre que no olvidaría, aunque nunca llegase a llamarla así. No lo entendía no coincidía con las iniciales de este. Pensé que serían las de su verdadero nombre. El pensar que conocía su nombre me tranquilizó, aunque  seguía estando inquieto. Continué así hasta que me dormí.

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