domingo, 2 de julio de 2017

Rozando el cielo

                           

CAPÍTULO 50: ENTREVISTA MATRIMONIAL

Eran las 11:30 de la mañana y Ana, ya preparada y nerviosa ponía rumbo a su destino, la entrevista matrimonial. Salió de su departamento con tiempo suficiente, pues la inesperada cita era a las 12:00 en un famoso, pero reciente restaurante que había ganado numeroso prestigio gracias a sus exquisitas comidas extranjeras, estando entre los paises del menú España. Andaba de mal humor, pero con paso decidido. Sabía que en cuanto llegase, se introduciría en la boca del lobo de la que no podría salir fácilmente, no obstante, se encontraba de buen humor a causa de la inesperada noticia del regreso de HyunJo. Pasó por al lado de una tienda y miró su reflejo en el cristal del escaparate. Lucía unos preciosos vaqueros color negro, acompañados de una perfecta y lumínica blusa blanca. Para darle un toque más elegante, Ana adornó su conjunto llevando únicamente un discreto, pero hermoso collar de oro que simulaba la forma de una cadena. Para refugiarse del frío escogió una ligera y nueva chaqueta de cuero negra que le daba un toque más juvenil y más informal. Por último y, a petición de su tío David, puso sobre sus pies unas preciosas botas negras con un ligero tacón que demostraban en ella un toque de madurez. A pesar de las insistencias de su tío en que llevara el pelo recogido y liso, Ana no obedeció y se soltó su hermosa y rizada melena dejándola al aire. En su rostro se podía apreciar un ligero maquillaje que consistía en una espesa cada de rímel, delineador que marcaba sus hermosos ojos marrones y un poco de pintalabios color carmesí.
       Ana, no sabes lo que estás haciendo. ¿Por qué aceptaría venir? Dios, como odio a veces a David.
Conforme se acercaba más al lugar citado le comenzaban a temblar más las piernas y a sudarle las manos. En el fondo sabía que estaba nerviosa y que no quería hacerlo, pero era su obligación. A Ana nunca le gustaron ese tipo de entrevista, las consideraba un insulto. Llegó justo a las doce a aquel lugar. Al ver que no había nadie por los alrededores, decidió sentarse en un banco que había próximo a la entrada.
       Vaya, es un lugar bastante hermoso. Espero que la comida sea tan buena como la apariencia.
Ana comenzó a observar aquel lugar. El recinto no era muy grande, pero eso lo hacía más acogedor y más íntimo, detalle que agobiaba e irritaba un poco a la presidente. Siguió observando, pero esta vez en busca del sujeto más importante, el famoso Eric del que no sabía absolutamente nada, únicamente y a descripción de su tío sabía qué no tenía la típica apariencia coreana, en general asiática, y que sería capaz de reconocerlo en cualquier momento. No obstante, no lograba encontrar ni localizar a nadie extraño o que destacara. Ana comenzaba a inquietarse. Miró su reloj y vio que ya marcaba las 12:10.
       Así me gusta, llegando tarde. Estupenda primera impresión está dejando. Aquí la única que tiene derecho a llegar tarde soy yo.
Ana continuó maldiciéndolo entre dientes y para sus adentros cuando de repente recibió una llamada.
       Más vale que sea alguien de la empresa de ese desgraciado irresponsable intendando inventar una excusa lo suficientemente convincente para que no le rompa los dientes por su indecencia.- contestó.- ¿Diga?
       ¿Ana? ¿Yoboseyo?
       ¿Tío David?
       Dee, dee soy yo.
       ¿Hola? ¿Pero no estabas en Alemania?- parecía confusa.
       Dee, estoy en Alemania.
       ¿¡Tienes idea de lo que va a costar esta llamada!?
       Sí, por eso la estoy haciendo a cobro rebertido.
       ¿¡Qué!? ¡¡Imposible!! Nunca la hubiese aceptado.
       ¿No has escuchado como una voz de mujer decía algo?
       Eeeh...sí, pero pensaba que era la secretaria del irresponsable.- movía sus pupilas en horizontal.
       Jajajaja, ¿la secretaria de Eric? Esa mujer era una máquina diciendo en alemán " la llamada se hará a cobro rebertido".- dijo poniendo la voz más aguda.
       ¿¡Qué!? Tks, maldición, 6 años dando aleman para nada, y ¿sabes lo mejor? Pensé que era coreano. Dios el pasar tanto tiempo con tanta gente tan incompetente me está comenzando a afectar.- pensó en KiMin y apretó los puños.
       Cielo, relájate, esos son los nervios por la entrevista y por conocer a Eric.
       ¿Nervios? ¿En serio? Esta es la sed de venganza hacia tu persona por liarme para hacer esto. Para que luego el citado sea un impresentable llegando más de 15 minutos tarde.
       ¿Eric aún no llegó? Que extraño. Nunca llegó tarde a ninguna reunión. ¿Qué yo te lie? Tú sabías qué esto podía pasar desde que eres una niña.
       Pero pensé que por lo menos tendría más de 30 años. Que tengo 19 y no me quiero casar y mucho menos con un completo desconocido, ¿pero estamos en nuestros cabales?
       Jajajaja, y ¿te preocupa eso? Yo pensaría más en la descendencia, mi pequeña pluma roja.
       ¿Descendencia? Bromeas, ¿no? Sí hombre y que más. No quiero cuidar de apestosillos niños, no almenos hasta que sea lo suficientemente madura como para cuidar de mí y para eso falta mucho, ¿me oyes? 
       Lo sé, Ana. Tranquila, solo conoce al joven. Si no te gusta o después de que pase algún tiempo seguiis sin congeniar yo me haré cargo, no permitiré que hagas algo que no quieras.
       ¿En serio? Pues no quiero hacer la entrevista.
       Ana
       Ya, ya, muchas gracias, tío.
       Tú conócelo, juzga y luego ya me dices, ¿y si luego resulta ser el amor de tu vida?
       Si soy yo la que tiene que juzgar no te aseguro que el tal Eric vuelva con la misma cara a casa.
       Jajajaja, ¿aún no llega?
       No, y está empezando a cabrearme.
       ¿Qué hora es allí?
       Las 12:25, ¿por?
       ¡Dios, Ana!
       ¡¡¡Qué!!!- dijo algo sorprendida.
       La cita fue concertada para las 12:30.
       ¿¡Qué!?
       Sí, cielo.
       Tks, maldición.
       ¿Dónde tienes la cabeza? ¿No será que ya te has enamorado de alguien y no lo sabes?
       Pues sobre mis hombros. Pues como no sea de mi sombra lo veo dificilillo, seguro que es a causa del estrés que he llevado estos días.- pensó en HyunJo.
       Sí, la verdad es que debes estar agotada. No te preocupes, si me necesitas o a tu tía, siempre puedes contar con nosotros. Y recuerda, que debes encontrar una pareja estable o comprometerte después de cumplir los 21 y ser mayor de edad según el legado de la familia MinSang.
       Recuérdame que dimita cuando los cumpla.
       Sé que lo harás bien, nunca nos has decepcionado, confiamos en ti, creo en ti. Te quiero.- dijo en castellano, colgando.
       Aiiish, Dios que rabia me da que cuelguen así, me hacen sentir inútil y avergonzada. Tsk, estúpido trabajo. Bueno Ana, dispones de menos de dos años para hacer todas las reformas que tenías pensadas. No pienso dejarme controlar por unas estúpidas y sexistas normas y tradiciones. No saben con quien se meten al otorgarme este cargo. Las cosas van a comenzar a cambiar.
Aquella conversación había puesto de mal humor a Ana. Siempre quiso hacerse cargo y ser dueña de una empresa, pero no aceptaba que tuviera que seguir las normas de los demás. Ana volvió a mirar su reloj, ya era la hora acordada. Por fin había llegado el esperado momento, sin embargo, Eric no había aparecido todavía, o eso creía Ana.
       Esto ya es el colmo, ni a las 12 ni a las 12:30, que impresentable.- alguien tocó su espalda y Ana se giró.
       Annyong hanaseyo.- dijo con una sonrisa aquel joven.
       Eh...¿Hola?.- Ana no daba crédito a lo que veía. Se quedó helada ante la presencia de aquel hombre, y efectivamente, no parecía una persona coreana.
       ¿Ana?
       Sí, esa soy yo.- Se puso roja.
       Arasseo, te conozco, fui yo quien te citó, ¿recuerdas? Quería saber si estabas bien, parecías un poco sorprendida recientemente.
       Calumnias, estoy perfectamente.- intentó disimular.
       Arasseo.- le sonrió y Ana sintió un escalofrío.- Siento haberte hecho esperar.- dijo mirando la manecilla del reloj que apuntaba a las 12:31.- ¿Hace mucho que llegaste?
       Para nada, yo también acabo de llegar.- dijo sin poder reprocharle nada.
       Fantástico, kureom podemos entrar al restaurante, ¿te parece?
       ¿Eh? Claro...- dijo entre dientes.
       Me han dicho que se ha convertido en un restaurante súper famoso y reconocido en muy poco tiempo.
       ¡Supar!- dijo Ana alzando sus brazos por encima de su cabeza adquiriendo una posición similar a la de Francky, personaje del famoso anime One Piece. En ese momento maldijo a Im SooRi y sus inesperados juegos.
       ¿Eh? ¿Waeo? Veo que estás algo entusiasmada.- la miró extrañado, pero con dulcura.
       No lo sabes tú bien.- dijo cerrando con fuerza sus pequeños puños.
       Joha.- dijo mientras le sujetaba la puerta del restaurante.
Mientras Ana cruzaba el umbral que la separaba de la desesperación reflexionó sobre todo lo sucedido. No entendía por qué actuaba de esa manera, más torpe de lo normal. Lo único que pedía era que no hubiera silencios incómodos, de lo contrario Ana no podría resistirlo. Miró de reojo a Eric, todavía no se creía que fuera coreano, apenas presentaba rasgos. Eric se trataba de un hombre alto, alrededor del metro ochenta. Presentaba un esculpido y hermoso cuerpo delimitado por una camisa blanca de botones arremangada hasta los codos. No llevaba todos los botones abrochados, los mas cercanos al cuello los llevaba sueltos, mostrando sus hermosas clavículas. Para cubrir sus piernas utilizó unos preciosos y ajustados pantalones color beige que marcaban cada parte de su cuerpo.
Ana lo miró a los ojos y sintió que se perdía en el mar que los mismos representaban. ¿Cómo era posible que los tuviera azules? Sus ojos, mostraban mucha sinceridad y profundidad gracias a la forma de los mismos, rasgados y con un pequeño párpado móvil que asomaba, pero enormes. Sus labios tenían una forma y tamaño perfecto, que escondían una perfecta sonrisa que emanaba sinceridad, inocencia y felicidad. Ver aquella sonrisa la hacía querer sonreir. Por último, se fijó en su rizado y rubio pelo, que brillaba con los escasos rayos del sol. Ana seguía sin creerse lo que veía, era la combinación perfecta. Ana tenía curiosidad por conocer su edad. Aquel joven parecía un adolescente, como mucho tendría 21 años.
Una vez dentro, Eric ayudó a Ana a sentarse como el caballero que era.
       Bueno ahora que ya estamos sentados, podemos presentarnos oficialmente.- dijo Eric.
       Sí, esto, ¿empiezo yo o prefieres comenzar tú?
       Las damas primero.- sonrió.
       Gracias.- ¿No decías que me conocías?, pensó.- Hola, mi nombre es Ana Giménez, tengo 19 años hasta el 1 de agosto. Pertenezco a la familia MinSang, siendo sobrina de la presindente de la compañía MS y heredera de la empresa y, actualmente, estoy a cargo de ella.
       Vaya, impresionante para tu joven edad. Annyong, yo soy Eric Tveit, hijo de Matthew Tveit y Nam HaeRi, presidentes de la compañía Tveit, actualmente enfocados en el ámbito político y judicial. ¿Qué más? Ah, sí, mi edad. Tengo 30 años.- Ana abrió mucho los ojos.- Sí, lo sé, me han dicho muchas veces que parezco más joven. Soy el futuro heredero de la ya citada compañía. Encantado de conocerte.
       Igualmente, supongo.
       ¿Deberíamos mirar los menús?
       Sí...
       ¿Ves algo que te apetezca?
       Tal vez...
       Disculpen, ¿saben ya lo que van a pedir?
       Sí, de primero me gustaría tomar una sopa ligera con fideos cortos, al estilo español y de acompañante pediré pechuga de pollo a la plancha, muy hecha y con poco aceite y de beber agua, por favor.
       ¿Y el caballero se ha decidido ya?
       Tomaré lo mismo, gracias.- ¿Es que no tiene personalidad?, pensó.
       Arasseo, enseguida.
       Siento haberme pedido lo mismo que tú.
       Eh...no tienes que disculparte, puedes hacer lo que te apetezca.
       Tenía curiosidad por saber cómo sabría la comida que pidiera una extranjera. ¿Es algo típico de tu país?
       Mmm, que yo sepa no. De España es típica la tortilla de patata o la paella, creo.
       ¿Tortilla de patata? ¿Paella?- dijo con un encantador acento.- Suena interesante, me encantaría probarlas algún día.
       ¿No sabes lo que son?
       Annya, nunca he probado comida que no fuera coreana. Nunca salí de Corea del Sur. Sé lo que son por fotografías, pero no sé cómo saben o cómo se preparan.- rio.
       Ya veo...- dijo Ana bebiendo.
       Bueno, háblame un poco de ti, tu familia, tu pasado...., me gustaría saber más cosas de ti.
       Pues...-no sabía bien qué decir.- A ver, soy una persona bastante reservada y no me gusta mucho hablar de mis emociones y mucho menos con desconocidos.
       Vaya, pues no pareces una persona tímida.
       Tímida no, reservada, no es lo mismo. - Ana no tenía más ganas de hablar sobre ella, sin embargo, hizo un esfuerzo.- También soy una persona muy responsable y organizada, detesto el desorden. En cuanto a mi familia, tengo dos hermanas mellizas más pequeñas que yo, Laura e Isabel de 15 años que viven con mis padres en España.- dijo mientras traían la comida.
       Arasseo, me parece que ahora es mi turno.
       Sí...- no te he pedido que me cuentes tu vida, pensó.
       En cuanto a mí, me considero una persona bastante sociable además de algo infantil, aún no he asimilado que he crecido. Me gusta mucho estar con las personas y conversar con las mismas. Sí, diría que esa es la cualidad que más destaca de mí.- Miró como Ana comenzaba a comer.- Y en cuanto a mi familia, únicamente tengo una hermana menor llamada Kristen Tveit, de 20 años a la que soy muy cercano, seguro que os llevarías bien, pero actualmente no vive aquí. Y como habrás podido deducir, no soy el típico coreano y mi padre para empezar no lo es. Mi padre es inglés, aunque nunca vi su país natal, es algo que deseo de todo corazón y mi madre sí es coreana. Conoció a mi padre en una entrevista matrimonial como esta.- Ana se atragantó.- Mi padre se negaba a asistir, no aprobaba este tipo de cosas y mucho menos siendo con una mujer 15 años menor, se sentía ridículo y pederasta, hasta que la conoció y se convirtió en el amor de su vida.- Ana puso una mirada fría.
       ¿Es por eso que elegiste a una candidata casi 11 años menor?
       ¿Eh? - Dijo mientras soplaba hacia su cuchara.- ¡No! ¿Por qué dices eso?- parecía dolido.
       No sé, es como si esperases que se volviera a repetir la historia.- Dijo mientras Eric introducía la cuchara en su boca, haciendo una mueca.- ¿Estas bien? ¿No te gusta?
       Dee, gwenchanha, annya la comida está buena, es que me he quemado.- dijo con una forzada sonrisa.- Annya, no espero que se repita la historia para nada.
       Entonces, ¿por qué elegiste a una candidata tan joven? - Ana se arrepentía de cada palabra que decía.
       Después de que terminara mi última relación 3 años atrás, mi madre se puso muy insistente en que ya era hora de que encontrase a alguien y que me casara para poder darle descendencia. Pero yo no quería, así que mi padre, con el fin de complacerla, me propuso que hiciera una entrevista matrimonial. Yo no estaba muy seguro de ello, puesto que no acepto nada de esto, me parece una estupidez, trata a las personas como objetos sin tener en cuenta los sentimientos...
       ¿A qué sí? Yo estoy harta de decírselo a mi tío. No estoy de acuerdo con todo esto y eso que esta es mi primera "cita" matrimonial. Según los derechos humanos, tenemos y poseemos libertad de expresión, además de libre albeldrío y aceptar esto me parece una pérdida de esos derechos y de tu propia dignidad. No me parece justo que no puedas ser capaz de escoger a la persona con la que supuestamente vas a pasar el resto de tu vida.- vio la cara de asombro de Eric en sus azules ojos.- L-o-o-o siento, es que a veces me emociono.- dijo algo avergonzada.
       Ahora veo que sí que escogí bien.- dijo con luz en sus ojos.- Gomawo, Ana.
       ¿Eh?...- Ana notó calor en sus mejillas.- No entiendo mucho...
       Mi padre me dio nombres sin fotografías, para que no me dejara influenciar por el físico, de mujeres de mi edad más o menos y con intereses parecidos a los míos, nada más lejos de la realidad.- Ana rio al ver la expresión de Eric.- Sin embargo, debía elegir a una y la elección me estaba carcomiendo, porque verdaderamente no quería hacerlo. Entonces, un día, tu tío vino a mi empresa con el fin de establecer algunos negocios y escuché como conversaba con mi padre sobre mi cabezonería respecto a la entrevista matrimonial, entonces tu tío David dijo algo que llamó mi atención: " eso es porque no conoce a mi sobrina. Voy a necesitar ayuda divina para hacerla entrar en razón". Fue entonces cuando comencé a investigar sobre ti y acabé escogiéndote. Pensé que si ambos no estábamos de acuerdo con la entrevista podría ganar a una buena amiga, que es justamente lo que quiero, una amiga.
       ¿En serio?- asintió.- Pues encantada de ser tu amiga, creo.
       Así mi madre estará "tranquila" y yo gano a una persona con la que poder hablar sin ningún compromiso. Eso sí, no prometo que mis sentimientos hacia ti no vayan cambiando.- dijo con una sonrisa.
       Eeh...
       Tranquila, no te obligaré a hacer algo que no quieras en caso de que mis sentimientos cambien.
Ana únicamente le respondió con una sonrisa forzada, no estaba segura de todo aquello. Ni siquiera sabía si lo que decía era cierto  o no. Podía estar engañándola y ella no saberlo. Sin embargo, el resto de la velada fue bastante calmada y agradable. Eric era quien daba conversación, a Ana se la notaba cortada y algo incómoda, aunque fue cogiendo más confianza a medida que la cita avanzaba. Eric la hacía reir siempre que podía, en el fondo era como un niño pequeño, aunque también era responsable y eficaz en su trabajo, factores que llamaro y atrajeron la atención de Ana. Ya terminada la velada, ambos salieron del restaurante. Ana acabó con toda su comida, mientras que Eric apenas probó vocado. Ahora llegaba el momento más complicado, el camino a casa, que para su sorpresa fue muy agrdable. Continuaron hablando sobre crímenes, detectives, sus empleos, las consecuencias de los mismos, etc, Ana descubrió tener muchas cosas en común con aquel sujeto y cada vez se sentía más cómoda. La acompañó hasta la puerta de su casa. Ana vio como Eric se acercó con la intención de darle un beso en la mejilla como solía hacer normalmente, pero al ver la expresión de Ana rio.
       Me ha encantado conocerte.- dijo mientras le ofrecía su mano. Ana la estrechó.
       Igualmente.
       Espero que nos volvamos a ver pronto.
       Me parece que no tenemos más remedio, aunque no queramos.
       Cierto.- sonrió de oreja a oreja.
Terminaron de despedirse y algo atónita Ana abrió la puerta de su casa cerrándola a su paso. Tras ello miró el techo, quitó sus zapatos y sonrió.

       Bueno, pues no fue tan mal. Yo también espero verlo pronto.

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